6.- Desde los inicios de esta Iglesia particular se eligió como santo patrono a la Santa Cruz por el gran arraigo que históricamente ha tenido la devoción y el amor a la Cruz de Cristo en estas tierras de Quintana Roo. Cuando llegó el Cristianismo hace ya 500 años simbólicamente, el Capitán Hernán Cortes plantó una cruz en la cima de una pirámide en la Isla de Cozumel en el año 1519. Ya el año anterior la armada del Capitán Juan de Grijalva había descubierto la Isla y la habían bautizado con el nombre de Santa Cruz, por haberla avistado desde el mar el día 3 de mayo de 1518. En 1847 cuando la repoblación de la Isla de Cozumel, se volvió emblemática la Cruz traída de Sabán, después de la guerra de castas. En Carrillo Puerto, llamado Chan Santa Cruz, así como en muchos poblados de la Zona Maya, existe una gran veneración a la Cruz maya que concentró la fe y devoción del pueblo lastimado y abandonado después de la guerra de castas. Pero lo más importante del signo de la Cruz, es el significado teológico y espiritual que encierra, como signo de la pasión muerte y resurrección de Cristo. Por eso queremos elegir como lema de este trienio de preparación “La herencia de la Santa Cruz, una misión que nos toca a todos” y centrarnos en el tema de la riqueza y el significado pascual de la Santa Cruz.
7.- “Dirijamos hoy a Cristo nuestra mirada -nos decía el Papa Benedicto XVI el 21 de marzo de 2008- con frecuencia distraída por intereses terrenos, superficiales y efímeros. Detengámonos a contemplar su Cruz. La Cruz es manantial de vida inmortal; es escuela de justicia y de paz; es patrimonio universal de perdón y de misericordia; es prueba permanente de un amor oblativo e infinito que llevó a Dios a hacerse hombre, vulnerable como nosotros, hasta morir crucificado. Sus brazos clavados se abren para cada ser humano y nos invitan a acercarnos a él con la seguridad de que nos va a acoger y estrechar en un abrazo de infinita ternura: “Cuando sea levantado de la tierra, atraeré todos hacia mí” (Jn. 12,32).
8.- Con enorme emoción recordamos e imaginamos aquel momento histórico en que ahí, en aquella hermosa playa de Cozumel, al lado del impresionante mar Caribe y junto a la pirámide maya, bajó por primera vez a estas tierras, Jesucristo Nuestro Señor vivo y palpitante bajo los signos eucarísticos del pan y del vino. Se nos hizo presente verdadera, real y sacramentalmente bajo las especies eucarísticas. Aquellos hombres que había partido de Santiago de Cuba y que habían descubierto tres días antes la Isla bañada por las aguas de un azul turquesa excepcional, saltan a tierra buena copia de soldados, plantan el estandarte, clavan el decreto y asisten a Misa. El mismo capellán mayor lo cuenta en su relación del itinerario de la armada con las siguientes palabras: “Jueves, a 6 días del dicho mes de mayo. El dicho capitán mandó que se armasen y apercibiesen cien hombres, los cuales entraron en las chalupas y saltaron en tierra llevando consigo un clérigo. Creían estos que saldrían en su contra muchos indios y así apercibidos y en buena orden llegaron a la torre. El capitán subió a la dicha torre juntamente con el alférez, que llevaba la bandera en la mano, la cual puso en el lugar que convenía al servicio del rey. Luego al punto se puso en orden la torre y se dijo Misa. Acabada ésta, mandó el capitán que inmediatamente se publicasen ciertos capítulos que convenían al servicio de su alteza y enseguida llegó aquel mismo indio que parecía ser sacerdote de los demás”. (Itinerario de la armada de Juan de Grijalva el año 1518).