Dice un viejo dicho y dice bien: “no hay peor ciego que aquel que no quiere ver”.
Ahora resulta que cientos de cozumeleños se quejan en redes sociales, noticieros y de viva voz por todos lados, del mal trato que le dan a los participantes de las comparsas, humillándolos, sacándolos de la sala de fiestas apenas terminan de hacer sus presentaciones y, antes de la participación de cada grupo, tienen que esperar por horas en las calles aledañas, literalmente cambiándose en las calles las jovencitas, sin tener algún lugar en dónde hacer sus necesidades fisiológicas.
Los cozumeleños hacen un gran esfuerzo invirtiendo en sus vestuarios, además de horas y horas de ensayos, edición de música y demás gastos que conlleva armar una comparsa por sencilla que ésta sea, qué triste que los humillen de esta forma.
De los comerciantes ni se diga, están más que molestos, muchos de ellos llevan décadas vendiendo sus productos año tras año en los eventos del carnaval, por supuesto que pagando las cuotas impuestas por el ayuntamiento, pero este año fue distinto, decenas de comerciantes se quedaron con su inversión hecha, ya que les fue negada la entrada para vender sus distintos productos, sin darles más explicación, sólo diciéndoles que este año no podrían comercializar, y listo.
De verdad, qué manera de ser imprudentes y groseros con la gente de Cozumel, gente humilde que lo único que desea es ganarse apenas unos cuantos pesos; qué pena con los participantes de las comparsas, que después de invertir tiempo y dinero, los saquen después de hacer su presentación. ¡Qué gran cambio sin duda, pero para mal! Y para acabarla de rematar, salen los organizadores diciendo que todo está excelente, que de qué se queja la gente, ¿cómo la ven? Cómo que de qué se queja la gente, de plano no quieren ver la realidad, ciegos y sordos a la voz popular. La verdad no se vale.