Uno de los signos que distinguirán al gobierno municipal 2013-2016 de Benito Juárez, encabezado –al menos en el papel- por Paul Carrillo de Cáceres será el del agandalle, el de jalar agua para su molino a costillas de otros, y el de querer verle la cara a los cancunenses.
Primero fue con Puerto Morelos en 2015, cuando poco le importó que se tratara de un municipio nuevo, con total autonomía, y la orden de Paul a la Tesorería fue convencer a todos los empresarios y habitantes del onceavo municipio a pagar su predial con descuentos en Benito Juárez.
Y ahora, el gobierno de Paul disfraza su voracidad en piel de cordero, no sólo creando un programa de descuentos para atraer más y más y más dinero a sus arcas, a unas cuantas semanas de culminar su gestión, sino que además ahora lo amplía.
A eso es a lo que se le llama rapiña en pleno año de hidalgo.
La ciudadanía no debe dejarse engañar. Debe estar consciente que aquel dinero que entre hoy a las cajas del Ayuntamiento ya no será invertido. Que piense que si durante tres años ese gobierno no invirtió en prácticamente nada, ahora menos lo hará y sólo engrosaría los bolsillos de quienes ostentan el poder, hasta septiembre próximo.
La población de Cancún no puede pecar de ingenua. De hecho sabe muy bien que detrás de esa sonrisa en la que se anuncia con supuesta benevolencia, se encuentra la voracidad de gente que no tiene llenadera, que aún cuando restan menos de ocho semanas para culminar, le muestra el dulce a la ciudadanía para arrebatar su dinero.
Es hora de que Remberto Estrada dé un golpe de mesa, pues el dinero que hoy está recibiendo este gobierno, son recursos que le corresponderían cobrar a su gestión.
