Estados Unidos está muy al pendiente e incluso investigando lo ocurrido durante las balaceras de Playa del Carmen y Cancún.
El cónsul del vecino país en la Península de Yucatán (nunca he entendido la razón de permanecer en Mérida y no en Cancún), David Micó se reunió con el presidente municipal de Benito Juárez, Remberto Estrada, para analizar los procedimientos de seguridad para los turistas, dado que a este destino arriban millones de visitantes de Norteamérica.
En tanto que personal del Buró Federal de Investigaciones (FBI) tomó cartas en el asunto al reunirse con el Fiscal, Miguel Angel Pech Cen, para tomar datos de la ocurrido en el antro “Blue Parrot” de Playa del Carmen, donde asesinaron cinco personas, en el cierre del festival BPM, al que asistieron más de 70 mil personas (principalmente turistas) en 10 días.
Lo suscitado no fue cosa menor, no al menos para el gobierno de Estados Unidos que de esta manera muestra su interés no sólo por el esclarecimiento de lo ocurrido, sino también por lo que hay detrás de ello y las formas utilizadas por las autoridades mexicanas para hacer frente a la inseguridad y violencia, así como para garantizar la protección hacia los turistas norteamericanos.
Y es que de los más de 5 millones de visitantes que llegan a Cancún cada año, más de la mitad son de origen estadounidense, siendo este destino turístico es el principal atractivo para los vacacionistas de aquella nación, fuera de su país.
Lo suscitado los días 16 y 17 de enero no quedaron en el olvido ni se les ha dado carpetazo, no al menos en Estados Unidos, que mira con lupa todo lo que sucede en este punto de México y exige plenas garantías para sus connacionales.