Nuevamente Cancún estuvo en los ojos del mundo, desafortunadamente no fue por sus playas de arena blanca y mar azul turquesa , tampoco por su impresionante edificación hotelera a lo largo de su litoral, mucho menos por el talento y la capacidad que existe en el interior del palacio municipal que se ubica en la avenida Tulum, no, el nombre de Cancún estuvo de nueva cuenta en la escena mundial por las ejecuciones que se continúan cometiendo, por el cierre de negocios que son acechados por la delincuencia organizada donde sucumben empresarios ante ella y la falta de protección por parte de las autoridades, por si fuera poco la barbarie sufrida la noche del viernes en la Supermanzana 70, cuando decenas de personas “lincharon” al llamado “Ruso-Nazi” para cerrar una semana sangrienta y para el olvidó pero que puso nuevamente a nuestro polo turístico en el escaparate mundial, pero de la nota roja.
Los que tenemos muchos años viviendo en esta ciudad y apreciamos la tranquilidad y paz que se vivía en antaño, observamos con suma tristeza el deterioro social, político y cultural en el que ha caído nuestro Cancún.
Más allá de que el llamado “Ruso-Nazi” habría hecho los merecimientos necesarios para ganarse el odio de la comunidad por sus excesos en el trato con cuanta gente se topaba en su camino, como humillar y denigrar a niños, jóvenes y personas de la tercera edad, incluso golpear a uno que otro ciudadano, no podemos aceptar que la justicia llegue de la forma en que se practicó el viernes por la noche en esta ciudad.
En redes sociales se alentó a la población para que acudiera a reclamar a Aleksei Makeev (ruso), a pesar de ello la Policía Municipal no previno la serie de acontecimientos que se desarrollaron después, su presencia timorata y falta de decisión fueron clave para que permitieran que el “ruso” recibiera una brutal golpiza por decenas de personas, claro, previa defensa del ruso quien apuñalara a un joven de 19 años y perdiera la vida horas más tarde.
La descomposición social está creciendo como un cáncer en nuestro destino, la violencia se apodera de nuestras calles y nuestra autoridad sigue jugando a ser presidente, sin comprender la importancia de ejercer un liderazgo real.
Tener un alcalde que un día anuncia la llegada de un militar para combatir al narco en la figura de Julián Leyzaola que será de medio tiempo porque aún seguirá en su cargo en Tijuana y al otro día despide al mejor director de bomberos que ha tenido en su historia Cancún, con Thomas Hurtado es un ejemplo de los tumbos del edil benitojuarense, de un gobierno sin rumbo, sin futuro y con el enorme deseó de la mayoría de los ciudadanos porque llegue el 2018 para sacarlo “democráticamente” del edificio de la avenida Tulum.
