En Quintana Roo, sobre todo en Cancún, mandan los taxistas, que también suelen trabajar como narcomenudistas.
Esto ha quedado demostrado con el incidente contra un chofer de Uber, víctima que terminó como victimario, y con la prohibición oficial de que los asistentes a un Congreso de Ginecología puedan utilizar el transporte oficial que tienen contratado.
Lo que, además de un ataque a sus derechos humanos, es una abominación absoluta.
El problema es que el señor Jorge Portilla, que seguramente será candidato a la alcaldía de Tulum por el PAN o por el PRD, o por ambos partidos, tiene taxis. Es decir, es dueño de una flotilla de taxis, es decir, protege los intereses económicos de su gremio desde su oficina de gobierno donde recibe un suelo que pagamos quienes no somos taxistas.
Y por esto el cambio ha sido detenido, antes, al contrario, en el trato oficial del gobierno con el gremio de taxistas, en todo el estado, estamos un paso detrás de lo sucedido con el anterior gobierno.
La violencia y los taxistas son los principales problemas de Cancún. Para resolverlos, como para mucho más, el actual presidente municipal no ha hecho nada, absolutamente nada. Es uno de los peores ediles que ha habido. Sin embargo, es amigo del líder de su partido.
Y por eso los priistas, si es que queda alguno en el estado, aceptan que “lleva mano” para convertirse en candidato. En relegirse pues. Y creen que lo logrará, lo que vendría a ser un escupitajo en la cara para la mayoría de los habitantes de Benito Juárez.
Lo grave es que no hay otros candidatos. Que ni el PAN ni el PRD han formado opciones políticas viables. Que muchos funcionarios públicos o diputados locales siguen creyendo, estilo Borge, que hacer política es repartir dinero a los medios de comunicación y ser publicitados con una sonrisa estúpida.
Lo que no los convierte en precandidatos fuertes.
Otros funcionarios públicos, del gobierno actual, que fueron mencionados como posibles candidatos para la presidencia municipal de Benito Juárez, han reculado.
¿Quién quiere, quién tiene los tamaños para confrontar la violencia, para enfrentarse al tema de los taxistas entre tantos otros? Y con menos dinero que Remberto que ya sabemos que gasta 120 millones de pesos al año en publicidad. Los turistas, pero sobre todo los locales que viven con escasos ingresos, merecen tener una opción decente de transporte. Si solamente pusieran en su sitio a los taxistas, lo que no cuesta sino tener el valor y la decisión para hacerlo, tendría a la población de su lado.
Pero los taxistas, como las prostitutas, venden caro su amor… Y entraremos al 2018 con “osos” tan vergonzantes como el del Congreso de Ginecología, acciones que están en la línea divisoria de lo legal pero que sobre todo son inaceptables.
Y veremos qué premio le trae el futuro al taxista Jorge Portilla…
