La relación entre el gobierno de Carlos Joaquín González y la población de Quintana Roo no ha logrado cuajar. Y no necesariamente porque ésta sea mala u hostil, sino porque pareciera que van por caminos diferentes.
Ni el gobierno joaquinista ha logrado sentir como propia a la sociedad, ni la población siente como suya a esta administración estatal. Hay quienes dicen que “tal parece que se gobierna otro estado”.
Aquella empatía que se sintió, que se dejó ver en el proceso electoral del año pasado se ha esfumado, simplemente no se ha logrado ese “click” para que ambos caminen en el mismo sentido y por los mismos intereses.
Si acaso, la gente de pronto atisba hacia la autoridad estatal, cuando ésta hace un anuncio contra el ex gobernador Roberto Borge Angulo y contra sus ex colaboradores. Pero nada más, e incluso esta repentina atención ha ido desapareciendo, al no existir nada más que amenazas sin resultados, es decir, ningún detenido.
Ha habido excelentes oportunidades del gobierno para hacer una mayor presencia con la gente, pero éstas han sido desperdiciadas.
En Cancún y Playa del Carmen se suscitaron hecho violentos de suma gravedad, en donde el gobierno del estado pudo llevarse los reflectores, con acciones contundentes, pudo ir con la gente para ganarse su atención y su reconocimiento. Y no lo hizo.
Es preciso un mayor acercamiento con la sociedad que, en cierta forma, se siente descobijada, viendo cómo la autoridad camina por su parte, tal vez buscando un mayor bienestar, pero sin causar emoción alguna.
Son casi cinco meses en los que las pláticas de café se dedican a los temas federales como el mentado gasolinazo, como la relación con Estados Unidos. Pero del estado nada, nada se comenta.