Por los siglos de los siglos podremos una y otra vez comprobar las estructuras mentales de toda cultura, de manera generalizada, través de la forma en que su conducta se expresa en cada una de sus instituciones.
Un ejemplo claro se nos presenta ahora a todos los cancunenses, quienes expresamos “sapos y culebras” por la extremada lentitud y falta de capacidad en la entrega de las placas, un elemento que debería de perdurar desde que aparece hasta que se deshaga el vehículo rodante en cuestión, pero esa es otra historia.
Volviendo al punto, la situación fue que no había placas desde enero, cuestión que lleva a que se prevea una situación de crisis cuando éstas llegasen y, así ha sido: tener que hacer fila desde las seis de la mañana para recibir una ficha y mantenerse poco más de cuatro horas estoicamente hasta recibir el bien preciado.
Obvio que la sociedad está acostumbrada a tales desordenes, es lo común en nuestra cultura, no existen estrategias ni logística alguna para paliar tales desmanes.
Muchos opinan sabiamente, lo que harían si estuviesen al mando en tales circunstancias, mostrando pensamientos positivos; pero lo cierto es que, si ocupasen el puesto a discusión, harían exactamente lo mismo: no podrían solventar la situación y expresarían las mismas actitudes.
Las razones son multifactoriales, pero lo cierto es que la mayoría de las personas que componen nuestra sociedad tienen características propias de forma generalizada: irresponsabilidad en cumplir a tiempo con sus compromisos, un estoicismo mal entendido al aceptar todo de forma conformista pensando que nada cambiará, que la vida es así y así seguirá.
¿Usted opina diferente?