Hace semanas un amigo, hombre poderoso a través de los sexenios, me expresaba su preocupación por Roberto Borge.
Lo había invitado a comer, junto con otro amigo común, había llegado tarde, muy tarde… como si nada hubiese cambiado. Y se había puesto, de inmediato, a intercambiar mensajes… Obvio, con Gabriela Medrano.
Y así terminó la tarde. Entre mensajes. Expresiones doloridas. Y más mensajes a su ex esposa…
Exacto lo que se vivió en casi cinco años de gobierno.
¿Estaba volcado el exgobernador en su situación legal, preocupado por una eminente orden de aprehensión, agradecido con sus pocos amigos? No, estaba metido de lleno en la imposible relación de poder y podredumbre con Gabriela Medrano.
Durante meses, años, escuché de sus más cercanos que otra, muy distinta, sería la realidad quintanarroense si Gabriela entendiese. Si Gabriela le permitiese gobernar, poner la mente en lo importante. Y de esto existen tantos ejemplos. La rivalidad, pública, lastimosa entre ella y la entonces esposa de Roberto Borge llegó a extremos de caricatura, tanto en redes sociales como en la compra de zapatos de mil dólares.
Presencias y ausencias que conllevan horas y horas de vuelo en aviones rentados. Cancelaciones de eventos para que no se enojase. Horas frente al celular intercambiando mensajes, sin atender urgencias de gobierno. Tanto que puede decirse.
Los pleitos entre el gobernador y la señora Medrano nulificaban cualquier razonamiento, fuese político o inmediato. Y vaya que Roberto Borge es un hombre inteligente, de grandes recursos intelectuales… pero todo desaparecía ante los problemas de una relación que su círculo más cercano aborrecía.
Al final, habrá que agradecer que no haya tenido un final trágico, violento, de muerte, el tema escaló. Cada vez eran mayores las exigencias de la señora Medrano, y mayores sus confrontaciones con el gobernador, lamentables, en público.
¿Peleaba encabezar el “Desayuno del Sombrero”? Ojalá. El tema fue, siempre, de poder. De poder y de dinero, obvio.
¿Cuánto daño le hizo a Roberto Borge? Habrá que preguntar cuánto daño le hizo a Quintana Roo, a todos los protagonistas políticos, a la realidad social del Estado.
Ya fuera del gobierno, Borge, en la antesala del Infierno, la señora Medrano publicó una fotografía suya en la alberca de “su” residencia en la zona reservada de Tulum. Digna de un premio de Arquitectura, como el rancho de Karime Macías de Duarte, inmensa alberca rodeada de plantas tropicales. Bienes materiales que siempre estuvieron en sus prioridades.
Ahora el nombre de Gabriela Medrano apareció en las investigaciones, entre quienes ya tienen orden de aprehensión, entre quienes no pueden explicar riqueza, propiedades, terrenos… ¿Tendrá un salvoconducto, una carta bajo la manga, información que entregar a cambio?
Y no, Gabriela Medrano no ha ido a Panamá a visitar al hombre que hizo papilla cada día de su relación…
