Ahora sí viene la prueba de fuego para las autoridades encargadas de mantener la seguridad y la paz social en el estado.
Viene el grueso del turismo, en la que quizá sea la temporada de mayor auge en el año, junto con el período decembrinas.
Los gobiernos federal, estatal y municipales tienen perfectamente claro la importancia de mantener un saldo blanco, pues saben muy bien que en caso de suscitarse hechos violentos, las consecuencias económicas y sociales serán demoledoras para Quintana Roo.
Y por supuesto que esto no quiere decir que en otras temporadas o en otros momentos la delincuencia o los asesinatos afecten en menor medida, por el contrario la protección de las personas debe ser siempre el motivo real de los operativos de vigilancia.
El gobierno federal envió recientemente a más de 600 militares y a 400 cadetes de la policía federal para vigilar las zonas de mayor aglomeración como el aeropuerto, los puertos, las playas, el aeropuerto, las carreteras, las centrales camioneras, entre otros, a fin de salvaguardar la seguridad de las personas y, por ende, la de los destinos turísticos, en estas fechas santas.
Hay que subrayar esto, porque las autoridades y los empresarios deben jerarquizar prioridades y siempre anteponer la vida humana a cualquier actividad turística, y que lo mismo se debe cuidar la integridad de un visitante que la de un residente.
Esto parece que no lo han entendido o no lo han querido entender, privilegiando siempre los intereses propios a los de la vida de mucha gente, lo que pone en entredicho su calidad humana.
Cierto es que uno conlleva a otro, pero siempre se debe anteponer la integridad de las personas y vigilar tanto la zona hotelera, como el aeropuerto y la ciudad.
