Andrés Manuel López Obrador es, sin duda, el político que en su trayectoria ha ganado más interés de intelectuales que vaticinan constantemente sus errores y ventajas.
El inminente candidato de MORENA a la Presidencia cuenta con adhesiones de decenas de académicos, actores y pintores, pero también escritores que duramente lo han cuestionado.
En Tabasco, desde que fundó el Frente Democrático de Tabasco, López Obrador contó con la adhesión del escritor Gonzalo González Calzada, quien en 1988 declinó a su candidatura por el Partido Mexicano Socialista (PMS) a la Gubernatura, para cedérsela a él, quien contendió por el Frente Democrático Nacional.
El primer acercamiento de intelectuales del centro del país que consiguió López Obrador fue en junio de 1995, cuando recién arribó a la Ciudad de México con el Éxodo por la Democracia y la Dignidad del Pueblo de Tabasco, que fue la marcha que dirigió desde Villahermosa, para protestar por el “fraude electoral”, con el cual obtuvo el priísta Roberto Madrazo la Gubernatura.
En aquél entonces, el académico Adolfo Aguílar Zínzer lo respaldó para la revisión de los archivos de los gastos de campaña que llevó López Obrador hasta el zócalo para reclamar que el PRI había destinado más de 240 millones de pesos en la campaña de Madrazo.
Otro que se interesó para tal propósito fue Santiago Creel, cuando en aquél entonces era conocido sólo como abogado y articulista.
A más de 20 años de ese episodio, cada vez son más los intelectuales que se le suman a López Obrador.
En el listado están los escritores, como Elena Poniatowska. Laura Esquivel y Paco Ignacio II, el catedrático John Ackerman, el pintor Carlos Pellicer, el cineasta Emmanuel Lubezki, y de la esfera internacional, el líder del partido laborista de Reino Unido, Jeremy Corbyn, a quien López Obrador le dio un recorrido en el Museo de La Venta, el pasado diciembre.
Entre los que han escrito en su contra, sobresale Enrique Krauze, quien lo llamó “Mesías tropical”, en un artículo que publicó en la edición de junio del 2006 de “Vuelta”.
Krauze refirió prácticamente que López Obrador justificaba su teoría sobre el “poder tropical” al que tienen que sobrellevar los políticos tabasqueños, al controlar sus pasiones, por lo que le sugirió tendría que adaptarse a la “aldea global”.
En su texto, menciona que en una charla que tuvo con López Obrador, éste le leyó unos párrafos de uno de sus libros para justificar que “a los tabasqueños se nos dificulta mucho acostumbrarnos al Altiplano; es otra cultura; también a mí me ha costado trabajo adaptarme.”
Y citó los párrafos que le leyó: “En Tabasco la naturaleza tiene un papel relevante en el ejercicio del poder público. En consonancia con nuestro medio, los tabasqueños no sabemos disimular. Aquí todo aflora y se sale de cauce. En esta porción del territorio nacional, la más tropical de México, los ríos se desbordan, el cielo es proclive a la tempestad, los verdes se amotinan y el calor de la primavera o la ardiente canícula enciende las pasiones y brota con facilidad la ruda franqueza”-.
Krauze concluye: “Me había dado (López Obrador) una clave biográfica que yo tardaría en descifrar. “Quizá en el futuro –le dije, al despedirme– tenga usted que hacer una adaptación aún mayor: pasar del Altiplano a la aldea global.”
En posición neutra, sobresale el historiador Lorenzo Meyer, quien en una mesa de debate televisiva, en abril pasado, sostuvo que “los poderes fácticos quizá ahora no puedan hacer un candidato, pero sí pueden destruirlo (a López Obrador), son muy buenos para hacer una guerra sucia”.
Una intelectual con sus reservas hacia con López Obrador, es Denise Dresser, quien en ese encuentro, advirtió: “Estamos presenciando un cambio en la estrategia de Andrés Manuel López Obrador, que parece haber entendido lecciones duras