Pero si era bola cantada. Por supuesto que los hechos violentos suscitados en la parte urbana de Cancún, un día sí y al otro también, se iban a trasladar a la zona hotelera. De hecho ya se habían tardado.
Y ahora sí saltan los hoteleros, los empresarios de la industria turística y exigen respuesta inmediata a las autoridades de los tres órdenes de gobierno para terminar con estos hechos “que ponen en grave riesgo la imagen de Cancún”.
Ya no son “hechos aislados”, como siempre han minimizado las ejecuciones ocurridas en la ciudad. “Ahora sí ya se salió de control”, como lo dijo conocido locutor en un noticiero radiofónico local.
Está claro que para las autoridades y los empresarios no importa que te maten, siempre y cuando no lo hagan en la zona hotelera, como acaba de ocurrir en la balacera de la discoteca “Mandala”, en pleno corazón del Cancún turístico, donde la delincuencia baleó a tres.
Para ellos, los delincuentes rebasaron el límite de lo permitido, y ahora sí se realizará una investigación como manda la ley. La violencia estuvo “controlada”, mientras operaba del kilómetro cero hacia la ciudad, en donde hasta el sábado ya habían ultimado a 56 personas, en lo que va del año.
Pero tal parece que estos casos no son relevantes, lo trascendente para los empresarios no son las 56 asesinadas con anterioridad, no, las que duelen son las tres ejecutadas en el corazón de la zona hotelera. Y no por las personas, que “afortunadamente” –para ellos- se trató de mexicanos y no de extranjeros.
Esa es la frontera que existe en una sola ciudad, esos son los dos cancunes a los que muchos se refieren, esa es la sangre fría y el desprecio que prevalece hacia una sociedad que jamás se logrará amalgamar.