Para nadie es un secreto que los partidos políticos perdieron el margen de credibilidad que disfrutaban en la época del 2000, a tal grado que hoy están en franco descenso y son sus propios militantes quienes ya no aceptan lo que dicen sus líderes.
El ejemplo en Quintana Roo es lo que sucede en los tres partidos llamados “de mayoría”, dígase PAN, PRD y PRI, donde sus líderes están enfrentados con sus militantes, situaciones que han llegado hasta los tribunales federales para dirimir quién se queda con la dirigencia de tal o cual partido.
Pero somos los ciudadanos los que con nuestra apatía de participar en las cuestiones políticas, dejamos que un grupo de “politiquillos” sean los que determinen el futuro de nuestro país, nuestro estado o el municipio donde vivimos; ellos no tienen estatura política, pues con su actuar se observa que gobiernan a sus caprichos.
Los panistas son los grandes simuladores del cambio, pues aún sus elecciones para consejeros nacionales o estatales son arregladas en un precabildeo con los principales grupos comandados por los Bolio, los Ricalde, los Sánchez, los Azcorra, los Chávez, entre otros. Además nunca han estado cerca del pueblo porque les ocasiona salpullido.
Los priístas después de su derrota el 5 de junio pasado se dieron con todo para buscar culpables, la arrogancia de sus líderes no los dejó ver más allá del descalabro electoral y la falta de transparencia de sus gobiernos los reprobó con la ciudadanía. Hoy los grupúsculos que aún quedan en el PRI se pelean el despojo, con un Raymundo King sobrado de orgullo que no quiere dejar la dirigencia, un Carlos Cardín y José Luis Toledo que amagan con dar “golpe de estado” pero que carecen de credibilidad ante sus correligionarios; además de la desbandada que ya se inició con las famosas Redes Ciudadanas que comanda Eduardo Ovando.
Y qué decir de los perredistas, que se han pasado los meses peleando la dirigencia entre el grupo de los Ramos y el grupo de los “independientes”, estos últimos asesorados por grupos nacionales como “Patria Nueva”, “Nuevo Sol” y “Democrática Nacional”; por fin, el Tribunal Electoral determinó que Emiliano Ramos es un espurio en la dirigencia y se le dieron a Jorge Aguilar Osorio. Lo que no saben, es que a los Ramos le sirvió la dirigencia para negociar posiciones en el nuevo gobierno y quedarse con la plurinominal en el congreso del estado.
Juzgue usted lector, ¿cuándo los partidos políticos han pensado en la ciudadanía?; ¿qué han hecho por mejorar las condiciones de la población? La respuesta está en su cancha.