Felipe Carrillo Puerto es un enclave importante en cualquier diseño de seguridad. Simplemente porque es la salida-entrada de criminales que actúan en el corredor de Cancún a Tulum.
Por eso se advierte “suicida” traer a Miguel Marchan a encabezar la policía de ese municipio.
Se antoja que Paoly Perera, la señorita presidenta municipal, no le entiende a la O por lo redondo del tema. Eso si se quiere pensar bien. De otra manera hablaríamos de un compromiso criminal.
No hay otra explicación.
Si detrás del nombramiento está Félix González Canto, me daría una gran tristeza que haya comenzado a envejecer perdiendo toda lucidez mental, ya no se diga política. Habría, entonces, un desfasamiento grave. Una ignorancia brutal del exgobernador sobre la realidad.
De por sí el escándalo, un circo de carpa pueblerina, de que fuese Marchan quien llevase esos “cinco millones de pesos” imaginarios, de parte de Félix, al señor Mimenza era grave.
Ahora lo que hacen, resucitar a alguien que nunca fue policía, que no sabe ni entiende nada de seguridad, es todavía más peligroso. Porque la llegada de Marchan a la Dirección de Seguridad Pública municipal es una provocación. A un manotazo. A que Carlos Joaquín ponga en efecto la Ley Estatal de Seguridad que permite que el gobernador tome el mando de todas las policías.
Marchan es de dar pena. Su problema de alcoholismo hizo que Félix lo enviase “castigado” a Cozumel, cuando era su “jefe de ayudantes”. Quiero suponer que en lo personal le debía algún favor, porque insistió en colocarlo con Borge… y así llegó a la Academia de Policía.
Ahí, el general Villa hizo todo por correrlo. Motivos sobraban: No sabe nada, menos puede enseñar. No tiene disciplina. No conoce la palabra “honor”. No es un policía que haya tenido un desempeño ejemplar. Miguel Marchan era, pues, el peor instructor.
Y además faltaba mucho. Otra vez su problema con la botella.
Su nombramiento tiene que leerse como un error garrafal de la presidenta municipal, o como parte de un pacto criminal para ayudar a los delincuentes a escapar, a esconderse.
Un nombramiento que, además, no fue consultado ni por elemental cortesía con el titular de la Secretaría de Seguridad Pública, como el mismo Del Ángel ha declarado.
Si Félix no lo recomendó, haría muy bien en deslindarse de esta barrabasada. Él conoce perfectamente las capacidades de Marchan. Ser senador, ser priista, ser exgobernador y estar públicamente, en la percepción social, al lado del loco de Mimenza y del borracho de su exjefe de escolta, no le ayuda en nada…
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