Roberto Lemus / Grupo Cantón
Este tipo de cobros se ha vuelto tan común que ya forma parte de la conversación diaria entre residentes y visitantes.
TULUM.— Un nuevo video que circula en redes sociales vuelve a dejar en evidencia la forma en que los taxistas de Tulum extorsionan, con total descaro, a residentes y visitantes mediante tarifas absurdas y actitudes prepotentes.
En la grabación, captada en las inmediaciones del Hotel Alof sobre la avenida Cobá, un ciudadano se acerca a un taxi estacionado para preguntar:
“Buenas tardes, aquí a Punta Piedra, ¿cuánto es de los dos?”.
El conductor, sin dudar, responde: “300, le estoy cobrando el precio local porque si le cobro lo que están cobrando ahorita serían 400”.
El usuario replica sorprendido: “No me digas eso, me están cobrando 200”.
La respuesta del taxista es tan contundente como arrogante: “Pues te hubieras subido allá”.
El pasajero, entre risas nerviosas, remata: “No te pases jajaja”.
El intercambio, breve pero revelador, ocurrió sin que el usuario siquiera abordara la unidad.
El simple hecho de preguntar por el precio dejó claro que, para un recorrido de apenas 4.9 kilómetros menos de 15 minutos de trayecto desde la avenida Cobá hasta la playa pública de Punta Piedra, el cobro sería de 300 pesos.
Una tarifa completamente fuera de proporción, sin taxímetro y sin tabla de precios oficial a la vista.
Este tipo de cobros se ha vuelto tan común que ya forma parte de la conversación diaria entre residentes y visitantes.
Las redes sociales están llenas de testimonios que denuncian la misma práctica: precios inflados a discreción, trato grosero y una evidente falta de regulación.
Lo más alarmante es que estas conductas se mantienen impunes, mientras los líderes sindicales minimizan el problema y las autoridades no ejercen medidas reales de control.
La situación es aún más preocupante si se considera el panorama general del destino. Hoteleros, restauranteros y touroperadores coinciden en que la llegada de turistas ha caído de forma alarmante.
El flujo de visitantes no se acerca a lo esperado para estas fechas, lo que ha derivado en baja ocupación hotelera, mesas vacías en restaurantes y recorridos turísticos con cupo reducido.
En este contexto, encarecer un servicio básico como el transporte no solo ahuyenta a los pocos turistas que llegan, sino que también golpea directamente la derrama económica de la que dependen cientos de familias locales.
Empresarios del sector han advertido que, sin un cambio inmediato, Tulum podría consolidar una reputación negativa que tardará años en revertir.
La experiencia del visitante empieza desde el transporte, y si la primera impresión es un cobro abusivo o un trato hostil, la imagen del destino queda marcada.
El problema no es solo un “mal servicio”: es un síntoma de la falta de orden y de una permisividad que amenaza el futuro turístico de Tulum.