Roberto Lemus / Grupo Cantón
Las quejas han sido constantes: conductores que rebasan sin precaución, que aceleran en curvas o zonas de cruce peatonal
TULUM.– Lo que para muchos debería ser un traslado cotidiano se ha convertido en una experiencia de riesgo.
Ciudadanos denuncian que las vans del servicio público que circulan por la carretera federal 307, en el tramo Tulum–Playa del Carmen, operan a exceso de velocidad y con maniobras temerarias que ponen en peligro la vida de los pasajeros y demás usuarios de la vía.
Las quejas han sido constantes: conductores que rebasan sin precaución, que aceleran en curvas o zonas de cruce peatonal y que no respetan los límites de velocidad establecidos.
Pasajeros frecuentes, entre ellos trabajadores, estudiantes y madres con niños, relatan trayectos cargados de tensión.
La preocupación no es nueva, pero sí cada vez más alarmante.
Julio César Martínez, encargado de la Administración de Trabajos y Conflictos de la Unión Nacional de Transportistas del Cambio (UNTRAC), reconoció que el problema persiste desde años anteriores.
“Tenemos varias quejas, sí estuvimos un poco fuertes en cuanto a las sanciones. El año pasado su servidor fungía como delegado de ruta y sí tuvimos varios detalles por el problema de la velocidad”, señaló.
Pese a los llamados de atención internos y las sanciones aplicadas por el sindicato, el propio representante confirmó que durante el presente año ya se han registrado al menos dos accidentes de tránsito que involucraron a unidades del transporte público en la misma carretera.
Aunque la UNTRAC asegura que sus choferes no fueron responsables directos, la reincidencia evidencia una falla sistémica.
El problema, denuncian usuarios, va más allá del sindicato. La ausencia de vigilancia permanente por parte de autoridades estatales y federales ha generado un entorno de impunidad.
No hay presencia constante de elementos de la Guardia Nacional ni operativos de revisión que regulen el comportamiento de los conductores.
“Pareciera que los operadores creen que llevan costales, no personas”, lamentó un usuario que viaja diariamente a su trabajo desde Chemuyil a Tulum. Otros coinciden en que abordar una van es jugarse la vida.
El transporte público no puede seguir operando en condiciones de informalidad y sin vigilancia efectiva. La urgencia de una estrategia integral que incluya supervisión, control y sanciones reales es innegable. La omisión institucional puede tener consecuencias fatales.
Mientras tanto, las unidades siguen circulando sin freno, y la carretera federal 307 continúa siendo una vía peligrosa para quienes, por necesidad, no tienen otra opción más que subirse cada día a una van que podría terminar en tragedia.