LÁZARO CÁRDENAS, Quinatana Roo.- Sólo con pasar por el puerto de Chiquilá se respira el olor a “huevo podrido” característico de los manglares, que se mezcla ahí con los desechos de aguas negras.
Esta situación se debe a que sólo el 20.4% de la población utiliza las redes de drenaje y los demás vierten sus desechos en letrinas y fosas sépticas que contaminan el aire del ambiente y los mantos freáticos, que los habitantes piden atender a la brevedad posible.
Según un sondeo realizado por Quintana Roo Hoy, la mayoría de los habitantes que no están conectados a ese drenaje, cuentan con su propia letrina, que es una excavación de tres por tres metros por lado y dos de profundidad.
Es una situación grave, porque en Chiquilá, el agua brota a menos de dos metros y, consecuentemente, las aguas negras se mezclan con las limpias y se filtran a la laguna Yalahau, colindante con la población.
Es así que cientos de familias se han acostumbrado a vivir en medio de olores nauseabundos, provenientes de los pantanos y manglares que, desde hace muchos años, al menos dentro de la comunidad, dejaron de tener el proceso natural de flujo y reflujos de las lagunas en su interacción con el mar, lo que aminoraba la fetidez.
Lo anterior es consecuencia del cierre de las bocanas entre las lagunas interiores y el mar, al quedar atrapados los manglares dentro de la comunidad, debido a la construcción de casas y caminos sin drenaje que han causado incluso el sacado de áreas pantanosas, aumentando la pestilencia en perjuicio de miles de turistas en su paso hacia Holbox.
Por si fuera poco, las filtraciones de las letrinas y fosas sépticas terminan en la laguna Yalahau, que forma parte del Área Natural Protegida de Flora y Fauna (ANPFF) “Yum Balam”, cuyo plan de manejo, por razones desconocidas, aún no se publica en el Diario Oficial de la Federación, para obligar al respeto de los ecosistemas y evitar mayores daños a la reserva.
MOLESTIAS
Al respecto, José Luis Marcial Toto, vecino de la colonia Veracruzana, dice que en un principio se comenzaron a realizar conexiones a la red de drenaje, pero ninguna autoridad insistió ni obligó a los usuarios, por lo que ya no se siguió con el proyecto.
Sobre los olores nauseabundos que emanan en el puerto, señala que “es natural en la zona de mangle y generalmente ocurre en temporadas de lluvias”.
La gente está acostumbrada y no sabe si se trata del olor natural del manglar o está mezclado con heces fecales, debido a que Chiquilá está rodeado de manglares.
“Se dice que este puerto forma parte de la reserva de Yum Balam, pero a la fecha no existe un plan de manejo para hacer algo por el entorno ecológico, a pesar de que se habla mucho de esto. Creo que es necesario hacer un llamado a urgente a las autoridades correspondientes y que nos solucionen esta crisis”, expresó.
El origen de los problemas
En todo el municipio de Lázaro Cárdenas funcionan solo dos plantas de tratamiento de aguas negras, una en la isla de Holbox, que cuenta con 725 usuarios del sistema de agua potable, pero solo 325 están conectados al drenaje y la de Chiquilá con 348, de los cuales solo 71 están conectados al drenaje.
Ese proyecto de red de drenaje sanitario al alto vacío y saneamiento fue puesto en marcha en la administración de Félix González Canto, quien dijo que tiene un tiempo de vida de 50 años, siempre y cuando se cumpla con el mantenimiento conveniente; sin embargo, según se observa, a la fecha se encuentra sub aprovechada.
De acuerdo con especificaciones técnicas, el drenaje sanitario al alto vacío debería succionar todas las aguas negras y las envía a la planta de tratamiento, donde se realiza la labor de decantación, limpieza y cloración para, posteriormente, acumulados un promedio de 30 mil metros cúbicos sean inyectados a un pozo profundo cada mes.
Es así que, como consecuencia de lo anterior, constantemente se acumula lodo contaminado en la dársena o atracadero de Chiquilá, produciendo malos olores, a casusa de las filtraciones que terminan directamente a la laguna Yalahau, aseguran los vecinos quienes el año pasado amagaron con cerrar la carretera para que sean escuchadas sus demandas de drenaje y agua potable, pero todo quedó en el olvido.
Luis Méndez/Quintana Roo Hoy