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noviembre 22, 2024

Lázaro Cárdenas

Al Chaaco’ob, ofrenda mística que une a dioses y hombres

Esta ceremonia se realiza aún en la zona maya para pedir la bendición de los ‘dueños del monte’

Lázaro Cárdenas,Quintana Roo.-La mayoría de las ceremonias antiguas están vigentes hasta el día de hoy en la zona maya, donde las actividades llenas de sabor y colorido encierran un misticismo que pone a la gente en contacto con los dioses prehispánicos.

Estas ceremonias están llenas de curiosidades, como la de golpear con hojas de ortiga a quienes no tienen la costumbre de ingerir el licor o el vino balché; colocar el altar siempre hacia el poniente o utilizar para la sopa el agua en la que los participantes se lavan las manos.

Los campesinos mayas actuales aún creen en un conjunto de deidades de la naturaleza a las que llaman los “yumtzilo’ob” (dueños), considerados los protectores de los animales, las plantas y de los propios hombres.

Para la feria en honor a San Isidro Labrador, habitantes de la colonia Miguel Borge Martin, de Kantunilkin, realizaron la ceremonia previa para construir un pozo taurino rústico y recibir las bendiciones correspondientes.

El Al Chaaco’ob (Sopa y comida tradicional) para los dioses fue ofrecido por don Fidel Baas, quien asesoró a los organizadores de la ceremonia para que prepararan un altar con ramas de limonaria, ruda, rosas y flores silvestres.

En este espacio se coloca una de cruz de madera, las imágenes de los santos que intervendrán en la petición, velas, veladoras e incienso debajo de los árboles.
También se ofrecen vasijas de “sakah”, bebida ritual hecha de maíz y endulzada con miel, además del balché, licor hecho con la corteza del árbol del mismo nombre, fermentada varios días con agua y miel. El altar está orientado hacia el poniente, hacia donde miran los dioses.


Los socios se encargaron de matar las gallinas y reunieron siete almudes de maíz, además de una abundante pepita molida.

Con una parte del maíz se hace el “sakáh” y con el resto se prepara masa para algunos panes grandes, llamados “noj hua”, de trece capas, que representan los trece estratos del cielo. A estos panes se les pone pepita molida y se le dibuja una cruz con el dedo índice, con el que se señala o victimiza a las personas en la vida diaria. Esto simboliza los cuatro puntos cardinales.

Estos panes se introducen en un hoyo conocido como pib. Mientras se cuecen se hace el “cho k´oob” o “ko’l”, especie de atole preparado con masa de maíz y jitomate frito que se come con la gallina previamente cocida, y se le agrega el agua donde los participantes se lavan las manos porque de esta forma no se desperdicia el valor o el miedo de participar en estas actividades. Mientras las mujeres preparan la comida, el “aj men” reza las oraciones de la ceremonia y da trece vueltas al altar.

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(Luis Méndez/Quintana Roo Hoy)

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