Jocelyn Díaz / Grupo Cantón.
En casi tres horas de concierto, el cantaor de sangre española y etnia gitana entregó el alma con temas como El día que me quieras, Desahogo y La media vuelta.
Cancún, Q.R.- La noche de este sábado, el Teatro de Cancún se convirtió en un santuario del arte y la emoción. Con el corazón en la mano y la voz encendida de alma y fuego, Diego El Cigala regaló al público una velada inolvidable, marcada por la pasión de su show Flamenco y Son, los ecos del bolero y el calor inconfundible de México, al que no dejó de rendir tributo: “¡Viva México!”, gritó emocionado más de una vez, conmovido por el amor de sus seguidores.
Desde las primeras notas, el público supo que estaba por vivir algo único. El concierto, que comenzó puntualmente a las 8 de la noche y se extendió hasta cerca de las 11, fue un recorrido por sus grandes éxitos, en el que cada canción fue recibida con aplausos, ovaciones y más de una lágrima. “Dos gardenias” y “Lágrimas negras”, coreadas por todos, fueron los momentos más intensos de la noche, esos que se quedan tatuados en la memoria.
El recinto estuvo a su máxima capacidad, el público cancunense aprovechó la oportunidad de ver en vivo a uno de los grandes exponentes del flamenco latino, que no solo cantó, sino que conversó, rió y compartió con un público que lo abrazó con cada aplauso.
La noche tuvo muchos momentos especiales como la participación de la talentosa bailaora María Juncal, quien subió al tablao para acompañar al maestro con su arte, desatando una tormenta de emociones que llenó el teatro de energía y potencia femenina.
Entre suspiros, palmas, y la calidez de un público entregado, Diego El Cigala nos recordó que la música, cuando nace del alma, es capaz de sanar, de unir y de hacernos sentir profundamente vivos. Anoche, Cancún no solo escuchó cantar a un artista, sino que vivió una experiencia íntima, luminosa y llena de intensidad flamenca.