Manuel Baeza / Grupo Cantón
A diferencia de Guadalajara, sede central donde se reportaron salidas de fieles y protestas iniciales, en Quintana Roo predomina el bajo perfil.
Cancún.- A 100 años de su fundación en México, en la Región 231, colonia popular de Cancún con fachadas de casas modestas, el templo de La Luz del Mundo se erige como un faro de fe de miles de feligreses locales.
Inaugurado en enero de 2018 por Naasón Joaquín García, autoproclamado “Apóstol de Jesucristo”, este espacio de feligreses para todo Quintana Roo simbolizó expansión y devoción.
Pero desde su detención en 2019 y condena de 16 años y ocho meses de prisión en California en 2022 por abuso sexual de menores, el eco del escándalo ha llegado como una sombra discreta, sin marchas ni rupturas masivas.
¿Cómo ha afectado esto a una comunidad que lo sigue viendo como ungido por Dios?
La detención de García en Los Ángeles, acusado de violación, trata de personas y pornografía infantil, generó un shock global en La Luz del Mundo, con millones de seguidores en América Latina.
En Cancún, el impacto fue más introspectivo.
La vocería de la Iglesia reportó 3 mil 200 miembros activos en la ciudad, y unos 11 mil en el estado.
Algunos trabajadores consultados esta semana indican que no hubo un éxodo significativo de feligreses.
Por el contrario, los creyentes siguen llegando a los diferentes servicios.
“La fe se mantiene firme; muchos todavía oran por su liberación”, explica un miembro, quien prefiere el anonimato por temor a represalias internas.
A diferencia de Guadalajara, sede central donde se reportaron salidas de fieles y protestas iniciales, en Quintana Roo predomina el bajo perfil.
No se registran marchas públicas ni defensas colectivas, como las que ocurrieron en 2019 en otras ciudades mexicanas, donde feligreses rezaron frente a templos.
En el templo de la Región 231, las noticias internacionales –desde la declaración de culpabilidad de García en 2022 hasta las recientes acusaciones federales en Nueva York por conspiración de crimen organizado y tráfico sexual– se discuten solo en radio pasillo y círculos cerrados.
Políticos locales asistieron a la inauguración en 2018, pero tras el escándalo, el vínculo se diluyó; no hay intervenciones municipales reportadas en permisos o seguridad, según consultas a autoridades de Benito Juárez.
En ese entonces el gobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín se hizo presente a través de su representante la entonces directora del IQM, Silvia Damian; Remberto Estrada, alcalde de Benito Juárez, se hizo presente a través de su representante Fernando Peralta, estuvo también el entonces secretario de Finanzas y Planeación (SEFIPLAN), Juan Vergara; los entonces diputados locales Emiliano Ramos y su ex esposa Paola Moreno, actualmente diputada local de Morena, y Miguel Ramón Martín Azueta.
Actualmente, la iglesia opera sin tensiones visibles, aunque denuncias nacionales de discriminación post-detención como apedreamientos en Saltillo o bullying escolar sugieren un clima de rechazo social que podría filtrarse a Quintana Roo.
¿Hubo abusos locales? No emergen denuncias específicas en Cancún tras la condena.
Sin embargo, el caso nacional revela un patrón: víctimas en EE.UU. y México describen un sistema de “doncellas” seleccionadas para el líder, con encubrimiento por pastores que exigen silencio “por la salvación”.
En Cancún, el templo no ha enfrentado inspecciones, pero el mensaje al exterior es ambiguo: un bastión de lealtad que proyecta estabilidad, mientras el líder, desde prisión, interviene por teléfono en celebraciones como la Santa Cena.
El contraste duele: un depredador confeso versus fieles que lo esperan.
“Es un daño irreparable”.
En Cancún, la fe resiste, pero el silencio podría ocultar grietas.
Autoridades estatales monitorean sin alertas, priorizando turismo sobre tensiones religiosas.
Para esta comunidad, el escándalo no ha erosionado el templo; lo ha blindado en oración.
Pero ¿Cuánto durará? Con García enfrentando hasta cadena perpetua en Nueva York, el faro de la Región 231 podría parpadear.