CANCÚN, Q. Roo.- La amena charla se interrumpe con el tremendo jalón que le dieron en su caña. Es un bicho grande pues casi le arrebata el equipo, pero no tragó. El pez fue más rápido, no le dio la menor oportunidad de reacción, por lo que se relaja de nuevo y continúa disfrutando de la noche en el Puente Calinda, lugar que se ha convertido en la meca de los pescadores de orilla y centro de reunión de las familias cancunenses.
No importa la hora, en este sitio siempre habrá gente local y uno que otro “gringo frijolero” que intentará mezclarse con los lugareños, motivado talvez por los humos del alcohol y la mariguana que lleva dentro. Pero no hay problema, siempre tendrá cobijo, incluso obtendrá hasta alguna chela gratis, pues así son los mexicanos.
Este lugar es uno de los dos únicos puntos de acceso a la zona hotelera. El otro, es el puente Nizuc. Su cercanía a la ciudad y su anclaje en la zona hotelera, les ha permitido a los habitantes de Cancún apropiarse materialmente de él. Siendo uno de los pocos sitios a los que tienen acceso con libertad.
A este lugar acuden niños, señoras, grupos de jóvenes, familias completas, quienes incluso acampan con toda libertad, aprovechando la belleza del lugar y la presencia del río que se entrelaza entre la Laguna Nichupté y el Canal Sigfrido.
Asimismo al sitio llegan los pescadores de orilla, pero también los pescadores furtivos, quienes al igual que las familias se mueven con libertad sin que la Profepa, Semarnat o la marina –ahí tiene una base-, se los impida.
Sin embargo, la cerrada actitud de las autoridades y de los empresarios hoteleros, que se creen dueños de la zona federal, ha provocado una extraña discriminación hacia los amantes de la pesca de orilla. Ya que pese a los cientos de kilómetros de playas que existen, son contados los puntos que tiene esta basta comunidad de pescadores para ejercer su pasión.
Argumentando daño a los arrecifes, así como a la fauna marina, la Profepa y la Semarnat, incluso la Policía Federal, han perseguido a estos pescadores. Sin embargo, la captura de especies que esta comunidad realiza termina siendo irrisoria ante la enorme devastación que cometen cientos de pescadores furtivos que ingresan todas las noches a la Laguna Nichupté, ya sea por el Puente Calinda, como por el Puente Nizuc, incluso a la vista de la policía, y de esto, son testigos muchos de los practicantes de esta modalidad de la pesca.
Este trepidante ataque al medio ambiente se realiza con trasmallos de 100 a 500 metros de largo que son colocados en las bocanas de la Laguna Nichupté, a la vista de la Profepa.
-“¿Pero por qué no los detienen?”, se cuestiona el experimentado pescador Rodman Hunter, y el mismo se responde: “porque los inspectores prefieren la clásica ´mochada´a la incautación de las lanchas o las respectivas detenciones”.
En cambio, van a las orillas del río, a las playas federales y los amenazan; hasta los golpean.
Tal persecución llegó recientemente a mayores. Uno de los pescadores de orilla-que pidió el anonimato por temor a represalias-, acostumbrado desde hace años a pescar, fue golpeado salvajemente por la Policía Federal en playa Marlin. Su delito fue defender su derecho de permanecer en la zona federal. La agresión le significó una pérdida de más de 5 mil pesos entre cañas y carretes y pasar un par de días adolorido, pese a ello, es tal su pasión, que sigue practicando este deporte.
Los grupos de pescadores y sus familias seguirán apostados noche tras noche en este sitio, en una convivencia que ha sido arropada en los pocos sitios que el desarrollo hotelero les dejó. (Ricardo Méndez / QUINTANA ROO HOY)