Redacción
CANCÚN, Q. Roo.
Han pasado 50 días desde aquella mañana del miércoles 30 de diciembre de 2015, cuando un sorpresivo impacto desvió el rumbo del Escape negro en el que viajaban Daniel Porfirio Aguirre Morales y su esposa María Dolores Guillermín Berges, un hecho que cambió su destino.
Dolores Guillermín, profesora de inglés de la Universidad Politécnica de Cancún, murió pocas horas después del choque, mientras que Porfirio recobró el conocimiento hasta que estuvo en el hospital, aunque con las costillas rotas, la columna dañada y el bazo despedazado.
Las notas periodísticas del momento dieron cuenta de que un perito de la PGR, de nombre Jorge Alejandro Venegas Reyes, alcoholizado y a bordo de un Mazda azul manejaba a exceso de velocidad sobre la avenida López Portillo cuando dio alcance al auto del matrimonio, con tal fuerza que ellos a su vez golpearon a un taxi.
Pese a que las investigaciones y las fotos fueron elocuentes para saber quién había sido el culpable, lo cierto es que desde ese día hasta hoy todo se ha ido en darle largas al asunto.
Porfirio dice que la Procuraduría de Justicia del Estado (PGJE) le pide que se espere, pero no ve para cuándo y encima el manejo mediático ha sido mentiroso, pues asegura que no han recibido ningún tipo de indemnización como se publicó en otros periódicos el 2 de enero, cuando se aseguró que habían recibido un millón 400 mil pesos.
Animado por su hijo Alexis, de 16 años, Porfirio Aguirre escribió en las redes sociales del Quintana Roo Hoy y expuso su denuncia, minutos después recibió la llamada del reportero: “Ya ves –me dijo mi hijo– te dije que sí nos iban a hacer caso”.
Aguirre Morales no quiere que la muerte de su esposa quede sin castigo, no es ese el ejemplo que piensa darle a sus hijos Alexis; Abril, de 9 años y Arath, de siete. Hoy, es padre y madre; trabaja como maletero en el aeropuerto de Cancún y está saldando y una deuda hospitalaria de 210 mil pesos que ha ido cubriendo con el apoyo de familiares y amigos.
Con lágrimas en los ojos, recuerda la plática con María Dolores cuando de pronto todo se oscureció: “No tuve tiempo de despedirme de ella –musita–. El asesino acabó con el poco crecimiento que teníamos. Ya son 50 días y él sigue libre, y no pasa nada, tal parece que en Cancún impera la impunidad.
Su denuncia, publicada en las redes de Quintana Roo Hoy, había superado (hasta el cierre de esta edición) las 220 mil vistas, con muestras de solidaridad y deseos de ayuda tanto de abogados como de líderes sociales, y dirigentes políticos. Porfirio pide justicia y está dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias para que este crimen no quede impune.