Antonio Alcocer
CANCÚN, Q. Roo
La cárcel de Cancún no resiste más. Sus instalaciones viejas y obsoletas no pueden contener la tremenda ebullición que genera la concentración de una gran cantidad de mentes criminales, quienes todo el tiempo, por naturaleza humana, tienen la intención de buscar la libertad.
Las recientes fugas de 13 internos, en tres diferentes casos, dejaron de manifiesto la fragilidad de un edificio que hace aproximadamente un año fue convertido en un Centro de Reinserción Social (Cereso), sin contar con las condiciones necesarias para albergar a reos sentenciados del fuero federal, entre estos, sicarios, distribuidores de droga y líderes de células del narcotráfico.
Esas instalaciones fueron inauguradas como una Cárcel Pública Municipal en 1988, en un terreno de la Región 99, y empezó con 60 presos. Tenía como función la reclusión de los internos únicamente durante el desarrollo de sus procesos penales, porque después de ser sentenciados, eran trasladados al Cereso de Chetumal para purgar sus condenas.
Actualmente, hay casi dos mil reos y por lo menos la mitad de ellos tienen procesos relacionados con el narcotráfico y la delincuencia organizada, en una situación que mantiene a las autoridades carcelarias y a las corporaciones policíacas en un constante ambiente de tensión y alarma, por reportes frecuentes de riñas, fugas, motines y asesinatos.
Con este panorama, los presuntos delincuentes y sentenciados han podido hacer de las suyas durante su reclusión, con grupos que buscan el control interno y solicitan cuotas de protección a los demás internos, con la amenaza de golpearlos o hasta matarlos.
Todo esto sucede ante la posible pasividad o complacencia de las autoridades carcelarias, las cuales se han visto rebasadas para mantener el control en un edificio antiguo que se ha convertido prácticamente en una “cárcel de papel”.
Después de la fuga de 10 reos de la banda de Los Sureños, registrada el martes pasado, el secretario estatal de Seguridad Pública, Juan Pedro Mercader, reconoció que la cárcel de Cancún no reúne las medidas de seguridad necesarias para operar como Centro de Reinserción Social.
“Es una cárcel municipal que fue convertida en un centro penitenciario estatal, no reúne todas las medidas de seguridad que quisiéramos que tuviera, algunas las hemos incrementado, como la construcción del doble rondín, con unas bardas nuevas que nos permiten de alguna manera que en el último año no hayamos tenidos conflictos entre los internos de la “I” y el resto de la población”, explicó.
Apenas el año pasado ocurrieron cuatro riñas masivas de presos de diferentes grupos que buscan el control interno, que dejaron un saldo de decenas de heridos y, en uno de los casos, uno de los reclusos perdió la vida de un disparo.
Además, en junio de 2014 hubo un motín de consideración, en el cual un grupo de internos incendió el edificio de los juzgados penales.
Debido a que la cárcel de Cancún ha sido señalada constantemente como un “polvorín” y una “bomba de tiempo”, por los graves problemas que en cualquier momento pueden reventar, Juan Pedro Mercader fue tajante al decir que la solución está en la construcción de una nueva prisión.
“La solución definitiva del penal de Cancún es la construcción del nuevo centro penitenciario de Leona Vicario; se tiene el terreno, se tiene el proyecto, se han solicitado recursos en diversas ocasiones, desafortunadamente no se ha concretado”, expresó.
Una prisión de papel
La vulnerabilidad de la prisión ha prevalecido desde hace 10 años, y esto se vivió de manera sangrienta el 8 de diciembre de 2006, con un motín y fuga masiva de más de 100 presos, quienes salieron en estampida por la puerta principal, después de derribar en el interior varias rejas, puertas y candados, en medio de los disparos de custodios y policías, con un saldo de cuatro reos muertos y más de 30 lesionados.
Desde entonces, los escapes han tenido diferentes presentaciones, principalmente por medio de brincar las bardas, pero también algunos reos salieron por la puerta principal, a través de su ingenio o la complicidad de los encargados, pues uno de éstos se retiró vestido como mujer hace varios años y otros cinco que contaban con más recursos económicos, consiguieron documentos falsos de liberación.
Además, hay registros de excavación de un túnel, en un intento de fuga que no fue concretado, en una situación que fue descubierta después de una riña masiva entre presos.
Con esto, la principal función de la cárcel, que es mantener recluidos a quienes han cometido diferentes delitos, no ha sido cumplida, y reos de alta peligrosidad regresaron a las calles, algunos por varios días, y después fueron recapturados, pero de otros no se sabe nada.