CANCÚN, Quintana Roo.- La sórdida callejuela funge como mudo testigo de lo que ahí acontece. Miradas indolentes de cientos de cancunenses se escabullen entre difíciles vidas, sin que el dolor ajeno provoque la más mínima reacción en una humanidad cada vez menos humana.
Son 350 metros lineales de pavimento que forman parte de una prosa angustiante de una sociedad derrumbada para el beneficio de unos cuantos.
La calle: La 22.
La supermanzana: La 66.
Las víctimas: Más de 50 mujeres que sufren la explotación más añeja del mundo, la sexual.
Los beneficiarios: Proxenetas, policías, inspectores estatales y municipales, la migra y desde luego los que nacieron como criminales de calle.
Se trata de una explotación sexual que todos ven, pero que a nadie le importa.
La Tulum es una de las avenidas más antiguas de la ciudad y es donde la calle 22 entronca. Es el famoso “El Crucero”, que comienza desde la avenida Chichén Itzá y termina hasta la ruta 4. Es ahí donde se ancla esta “ciudad del vicio”.
La 22 comienza en el Hospital General de Cancún, pero este centro de explotación inicia a la vuelta de Coppel, justo donde termina la iglesia cristiana El Mesías.
No está oculta. Es un monstruo que tiene una vida estridente. Promiscua. Pública.
Ninguno de los delitos que ahí ocurren se refugia entre las sombras. Basta caminar esos cientos de metros para verlos de día y de noche.
Los proxenetas, mejor conocidos como lenones o padrotes, se pasean mientras las mujeres de todas las edades, incluidas menores de edad a las que obligan a prostituirse, se ofrecen por sólo 200 pesos.
Ese es el precio de una humanidad que han dejado de lado para volverse algo que todos pueden tener, aunque detrás de esas sonrisas posiblemente existan gritos desesperados de auxilio. Alaridos que no llegan a salir de sus gargantas apagadas por el terror de lo que esto les conllevaría para ellas o para sus familias.
Los policías resguardan su dinero extra, éste que el ayuntamiento no les da para que sean mejores. La extorsión y el abuso son sus más brillantes cartas de presentación, con la protección gubernamental de aquellos que se enlistaron en un cargo de elección popular desde las trincheras de los partidos, que ponen a quienes puedan servirles mejor y no a quienes puedan servirle al pueblo.
Es una descarada manifestación de corrupción en un lugar puesto a la medida.
Las decenas de mujeres que son obligadas a prostituirse y cientos de ilegales guatemaltecos y salvadoreños son carne de cañón, tanto para los policías como para los agentes de Migración y de la PGR. Porque también está plagada de sustancias ilegales.
Es “lana” segura y sin riesgo. No hay nadie que les ponga un alto. No hay nadie que les diga nada. No hay organización no gubernamental que quiera mancharse los zapatos para entrar a este sitio a rescatar a nadie. Y desde luego el desinterés gubernamental tiene un tintineo de dinero sucio. Lo más fácil es no hacer nada.
Y mientras la autoridad permanece inerme, los vecinos viven como rehenes de esta situación. Madres de familia aferran las manos de sus pequeños al pasar al costado de las niñas que se hallan sentadas mostrándose como en un aparador, mientras que la jauría acecha a su presa. Connacionales provenientes principalmente de Chiapas, se juntan con los ilegales, para hacer su parte: Ser los financiadores de este negocio tan lucrativo. Pagan por sexo.
En un día común la calle parece un mercado, un tianguis donde la principal mercancía es la carne humana, carne de las chicas que se han convertido en juguetes sexuales, y la carne de los mismos clientes, quienes son detenidos una y otra vez por el guardia municipal que les baja desde el celular hasta los tenis.
Es un círculo vicioso que pretende justificarse con la miseria en la que nos ha refundido el “junior” que llegó a ser presidente, ese que se apellida Peña Nieto, y que siguen cual marionetas los gobernantes locales, quienes se sirven con la mesa que le dejaron sus antecesores, porque nada de esto se inventó en este sexenio que inicia, pero que evidentemente los personajes que actualmente gobiernan no tienen el menor interés de terminar.
Incrementa el trabajo sexual
A pesar de no estar regulado por ninguna autoridad, en los últimos dos años el trabajo sexual en Cancún ha repuntado por lo menos en un 30%, resaltó el presidente de la asociación civil Círculo Social Igualitario, Edgar Mora Ucan.
El activista indicó que al ser una actividad prohibida en la vía pública, de acuerdo al Bando de Gobierno y Policía del Ayuntamiento de Benito Juárez, no existe un censo real sobre el número de mujeres, e incluso hombres que intercambian sexo por dinero de manera voluntaria.
Resaltó que el último estudio realizado por la Secretaría de Salud en Quintana Roo -2007-, en Cancún había unas 300 personas que se dedicaban al trabajo sexual; sin embargo, en la última década este aumentó a 600 y tan sólo los últimos años se estima que volvió a repuntar en un 30%.
Manifestó que el cobro por ejercer dicha actividad es variable, pero existen servicios desde los 150 hasta los mil 500 pesos.
Señaló que las condiciones en que tiene lugar el trabajo sexual pueden repercutir ampliamente en el riesgo y la vulnerabilidad al VIH.
Atentados
22 de septiembre del 2014
Un domicilio clandestino de la Supermazana 67 fue incendiado, lo que dejó cinco víctimas quemadas (cuatro mujeres y un homosexual).
5 de abril de 2016
Sujetos armados dispararon contra un spa localizado sobre la calle Jaleb, en la Supermanzana 20.
5 de octubre de 2016
Se registró un doble ataque simultáneo en los bares “La Oficina” y “La Xtabay”, donde fueron ejecutadas cuatro personas.
9 de octubre de 2016
Una casa de citas disfrazada de spa, ubicada en la Supermanzana 29, fue baleada, dejando como saldo cuatro mujeres heridas. (Ricardo Méndez / QUINTANA ROO HOY)