Agencias
CIUDAD DE MÉXICO.
En el parque de conservación de Ol Pejeta, en Kenia, los veterinarios que conviven a diario con los únicos tres ejemplares de rinoceronte blanco del norte, buscan soluciones drásticas para hacer frente a una situación extrema: intentar salvar la especie.
Desde que los tres rinocerontes llegaron, hace seis años, a la reserva, los embarazos naturales han sido inexistentes ya que la especie, incluso en zonas donde está protegida, presenta una tasa de natalidad muy precaria.
En los últimos meses, los veterinarios de Ol Pejeta han realizado controles de salud a los tres rinocerontes, dos hembras y un macho, para evaluar sus posibilidades de reproducción. Los exámenes determinaron que las dos hembras no pueden reproducirse de forma natural: Fatu, la más joven, tiene lesiones degenerativas en el útero mientras que su madre, Najin, tiene las patas traseras muy débiles, lo que dificulta que pueda ser montada y podría causarle complicaciones durante el embarazo.
Los veterinarios detectaron algunos problemas en los espermatozoides del macho, Sudán, de 42 años, que dificultan las posibilidades de reproducción.
Teniendo en cuenta estas circunstancias, un comité de expertos trazó un nuevo plan: combinar óvulos y esperma en el laboratorio para crear embriones que puedan gestarse en otras variantes de rinocerontes.
De hecho, el esperma de Sudán fue congelado en un banco de semen así, aunque falleciera, se pudiera usar para engendrar nuevos ejemplares; expertos calculan que se podrían tardar hasta tres años en desarrollar las técnicas requeridas, para las que se necesitaría una inversión de cerca de un millón de dólares.
Víctimas de la caza furtiva
El tráfico ilícito de marfil y cuerno de rinoceronte es una importante preocupación en el este de África, donde Kenia y Tanzania son los principales países de salida de estos productos, que luego viajan a China, Tailandia o Vietnam.
Durante años, el ser humano ha contribuido con la caza furtiva a la extinción de estos animales, cuyos cuernos se pagan a precios superiores al oro en los mercados asiáticos debido a supuestas propiedades curativas y afrodisíacas.
Ahora, también está en sus manos ayudar a salvarlos a través de una campaña para recaudar fondos y financiar esta investigación bajo el lema “Haz un rinoceronte, salva una especie”. De momento ha conseguido recaudar más de 16 mil dólares.