El trágico suceso ocurrió en mayo de 2017 en Severodvisk, una localidad al norte de Rusia. Krapivin tenía entonces 15 años. Al llegar de la escuela encontró a su madre, Natalia Krapivina, tendida en el suelo y encharcada en su propia sangre. Sobre ella, su vecino, Roman Pronin, intentaba violarla asestándole repetidas cuchilladas.
Sin dudarlo, el adolescente agarró una pesa de tres kilos para golpear al agresor, y apartarlo de su madre, con la mala suerte de que Pronin consiguió esquivar el golpe. Tras un forcejeo, el violador arrebató al chico la mancuerna, y la utilizó para aplastarle el cráneode forma salvaje.
Los gritos de las víctimas alertaron al resto de vecinos, que de inmediato llamaron a las autoridades. Creyendo que había matado a madre e hijo, el asesino huyó de la escena del crimen.
Había asestado a la mujer un total de 27 puñaladas. A pesar de la gravedad de las heridas, Natalia Krapivina sobrevivió al ataque. Quien no lo logró fue su hijo quien, tras 19 meses de luchar por su vida, falleció debido a las complicaciones y secuelas del bestial golpe.
Al atizarle con la pesa, el violador causó un grave daño cerebral a Vanya, que se sumió en un coma durante nueve meses. El impacto, de una fuerza desmedida, llevó al adolescente a perder casi todo el hueso frontal de su cráneo, una lesión que obligó a los cirujanos a extirpar a Vanya mitad del cerebro.
Esta nota incluye información de: Staff
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