BRASIL.- Decenas de miles de manifestantes salieron este domingo a las calles de Sao Paulo y Río de Janeiro para exigir la salida del presidente de Brasil, Michel Temer, y advertir a los golpistas que “no pasarán”.
Convocada por los frentes Brasil Popular y Pueblo Sin Miedo, la protesta en el principal centro económico y financiero de esta nación sudamericana colmó la emblemática Avenida Paulista, donde durante toda la pasada semana tuvieron lugar manifestaciones similares.
“El gobierno golpista de Michel Temer habla de cerca de 40 personas que protestan, pero somos 100 mil”, dijo esta tarde el miembro de la Coordinación Nacional del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) Guilherme Boulos, citado por el diario Estado en su versión digital.
La Policía Militar de Sao Paulo no dio estimados sobre el número de participantes.
En Río de Janeiro, millares de ciudadanos tomaron el nuevo túnel que une a Botafogo y Copacabana para concentrarse frente al hotel Copacabana Palace y demandar la salida de Temer de la presidencia y la convocatoria a elecciones.
Las protestas contra Temer llegaron también la noche del sábado a la ceremonia de clausura del XLIV Festival de Cine de Gramado, Río Grande del Sur, durante la cual el galardonado como mejor actor, Paulo Tiefenthaler, reclamó en su discurso la salida del actual mandatario.
Las movilizaciones se produjeron en momentos en que se conoció que la aprobación ciudadana al gobierno de Temer varia entre 8 y 19 por ciento en las capitales regionales de Brasil, según un informe divulgado por el Instituto Brasileño de Opinión Pública y Estadística.
De acuerdo con los datos de IBOPE, la ciudad de Manaus, capital del estado de Amazonas, al norte, es la urbe en la que Temer cuenta con mayor aprobación ciudadana con 19 por ciento.
En las dos mayores ciudades de Brasil, Sao Paulo y Río de Janeiro, la aprobación fue de 13 y 12 por ciento, respectivamente, mientras que el rechazo estuvo entre 41 y 42 por ciento.
Temer juramentó el pasado 31 de agosto ante el Congreso como nuevo presidente de Brasil, luego de que estuvo como mandatario interino desde el 12 de mayo por la destitución de la ahora ex presidenta Dilma Rousseff, acusada de malos manejos de cuentas fiscales y de aprobar créditos sin autorización del Congreso, y contra quien no se presentó prueba alguna de que cometió delitos. (Fuente: La Jornada de la UNAM)