Estados Unidos.– Los edulcorantes artificiales están en todas partes, pero el jurado todavía está deliberando sobre si estos productos químicos son inofensivos. También llamados edulcorantes no nutritivos, pueden ser sintéticos, como la sacarina y el aspartamo, o derivados naturales, como el esteviol, que proviene de la planta de Stevia.
Hasta la fecha, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos ha aprobado seis tipos de edulcorantes artificiales y dos tipos de edulcorantes naturales no nutritivos para su uso en alimentos.
Para los que se esfuerzan arduamente por dejar de consumir azúcar, ésta ha sido una gran noticia. En todo el mundo, el aspartamo se encuentra en más de 6.000 alimentos, y se consumen entre 5.000 y 5.500 toneladas por año solo en los Estados Unidos.
La Asociación Americana de Diabetes —el grupo profesional más respetado enfocado en esta condición— recomienda oficialmente los refrescos dietéticos como una alternativa a las bebidas azucaradas. Hasta la fecha, siete municipios han establecido un impuesto a las bebidas azucaradas para desalentar el consumo.
“Estudios médicos recientes sugieren que los políticos que están interesados en imponer un impuesto a los refrescos, podrían querer incluir a las bebidas dietéticas porque también estarían contribuyendo a la diabetes y a las enfermedades cardiovasculares”.
¿Por qué no tienen calorías los edulcorantes?
La clave de estos edulcorantes, que virtualmente no tienen calorías, es que no se descomponen en azúcares naturales durante la digestión, como la hacen la glucosa, la fructosa y la galactosa, que luego el organismo usa como energía, o se convierten en grasa.
Los edulcorantes no nutritivos tienen diferentes subproductos que no se convierten en calorías. Por ejemplo el aspartamo pasa por un proceso metabólico diferente que no produce azúcares simples. Otros, como la sacarina y la sucralosa, no se descomponen en absoluto: se absorben directamente en el torrente sanguíneo y se eliminan por orina.
Para los diabéticos, teóricamente, estos edulcorantes deberían ser una “mejor” opción que el azúcar. La glucosa estimula la liberación de insulina, una hormona que regula los niveles de azúcar en sangre.
La diabetes tipo 2 ocurre cuando el cuerpo ya no responde tan bien a la insulina como debiera, lo que lleva a niveles más altos de glucosa en la sangre, lo que daña los nervios, los riñones, los vasos sanguíneos y el corazón. Como los edulcorantes no nutritivos en realidad no son azúcar, deberían eludir este problema.
Edulcorantes artificiales, tu cerebro y tu microbiomaSin embargo, en la última década se ha acumulado cada vez más evidencia que estos edulcorantes pueden alterar los procesos metabólicos saludables de otras maneras, específicamente en el intestino.
El uso a largo plazo de estos edulcorantes se ha asociado con un mayor riesgo de diabetes tipo 2. Se ha demostrado que los edulcorantes, como la sacarina, cambian el tipo y la función del microbioma intestinal, la comunidad de microorganismos que viven en el intestino. El aspartamo disminuye la actividad de una enzima intestinal que normalmente protege contra la diabetes tipo 2.
Además, esta respuesta puede exacerbarse por el “desajuste” entre el cuerpo que percibe algo como sabor dulce y las calorías asociadas esperadas. Cuanto mayor es la discrepancia entre la dulzura y el contenido calórico real, mayor es la desregulación metabólica.
Los edulcorantes también han demostrado que cambian la actividad cerebral asociada con el consumo de alimentos dulces. Una resonancia magnética funcional, que estudia la actividad cerebral midiendo el flujo sanguíneo, mostró que, comparado con el azúcar regular, la sucralosa, disminuye la actividad en la amígdala, una parte del cerebro relacionada con la percepción del gusto y la experiencia de comer.
Otro estudio reveló que el consumo grande de sodas dietéticas a más largo plazo está relacionado con una menor actividad en la “cabeza caudada” del cerebro, una región vinculada a la sensación de recompensa, necesaria para generar una sensación de satisfacción. Investigadores han planteado la hipótesis que esta disminución de la actividad podría llevar a una persona que bebe refrescos dietéticos a compensar la falta de placer que ahora obtienen de los alimentos al aumentar el consumo de todos los alimentos, no solo de refrescos.
En conjunto, estos estudios, a nivel celular y cerebral, pueden explicar por qué las personas que consumen edulcorantes todavía tienen un mayor riesgo de obesidad que las que no consumen estos productos.
Mientras este debate sobre los pros y los contras de estos sustitutos del azúcar continúa, debemos ver estos estudios de conducta con un grano de sal (o azúcar) porque muchos bebedores de sodas dietéticas —o cualquier persona consciente de la salud que consuma edulcorantes sin calorías— ya tiene los factores de riesgo de obesidad, diabetes, hipertensión o enfermedad cardíaca.
Aquellos que ya tienen sobrepeso u obesidad pueden recurrir a bebidas bajas en calorías, lo que hace que parezca que las gaseosas dietéticas están causando su aumento de peso.
Este mismo grupo también puede ser menos propenso a moderar su consumo. Por ejemplo, estas personas pueden pensar que tomar una soda dietética varias veces a la semana es mucho más saludable que beber un solo refresco con azúcar.
Estos resultados indican que los consumidores y los profesionales de salud necesitan verificar nuestras suposiciones sobre los beneficios para la salud de estos productos. Los edulcorantes están en todas partes, desde bebidas hasta aderezos para ensaladas, desde galletas hasta yogurt, y debemos reconocer que no hay garantía que estos químicos no aumenten la carga de enfermedades metabólicas en el futuro.
Como médica internista especializada en prevención general y salud pública, me gustaría poder decirles a mis pacientes cuáles son los verdaderos riesgos y beneficios si beben una soda dietética en lugar de agua.
Los legisladores que consideren impuestos a las bebidas gaseosas para fomentar mejores hábitos alimentarios, tal vez deberían pensar en incluir alimentos con edulcorantes no nutritivos. Por supuesto, hay un argumento para ser realista y perseguir el menor de dos males.
Pero incluso si las consecuencias negativas de los sustitutos del azúcar no influyen en nuestra política impositiva, por ahora, al menos la comunidad médica debería ser honesta con el público sobre lo que puede perder o ganar, consumiendo estos alimentos.
Fuente/debate