Hamburgo/Berlín. Cerca de 20 mil policías de toda Alemania, helicópteros rugiendo día y noche, zonas cortadas y controles de documentación constantes: Hamburgo se blinda para recibir a los jefes de Estado y de Gobierno del Grupo de los Veinte países industrializados y emergentes (G20).
La ciudad portuaria apodada como “la puerta al mundo” de Alemania se cerrará con motivo de la cumbre que se celebrará el 7 y 8 de julio con el objetivo de evitar un desastre como el ocurrido en Génova, en el encuentro del G8 en 2001, cuando el vandalismo se apoderó de la ciudad italiana y cientos de personas resultaron heridas.
Para evitarlo, la ciudad portuaria prepara la mayor intervención policial de su historia para sumirse durante varios días en estado de excepción. “No hay que engañar a nadie, la vida pública estará sujeta a restricciones significativas”, admite Joachim Lenders, presidente regional del sindicato de la Policía alemana.
El encuentro multilateral supondrá el estreno en este foro del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cuya presencia incrementará, más si cabe, las medidas de seguridad en un país en permanente alerta por amenaza terrorista y que en el último año fue víctima de tres atentados islamistas.
El recinto ferial de Hamburgo, sede de la cumbre, y la imponente Filarmónica del Elba, nuevo icono de la ciudad en la que tendrá lugar un concierto para gozo de los ilustres invitados, se convertirán en el centro del anillo de seguridad diseñado por las autoridades alemanas.
Algunas empresas ofrecen a sus trabajadores la posibilidad de trabajar esos días desde casa o descontarlos de horas extra. Mientras, muchos negocios y establecimientos gastronómicos cerca de la zona de seguridad permanecerán cerrados. “No tiene sentido permanecer abiertos. No va a venir nadie”, declara la responsable de una heladería cercana a la Filarmónica.
El día antes de la cumbre aterrizarán en el aeropuerto de Hamburgo hasta 80 aviones oficiales, entre ellos el Air Force One del presidente estadunidense.
Delegaciones de los 20 participantes, más representantes de países invitados como España y Singapur, llenarán la ciudad de 1,8 millones de habitantes, la segunda más poblada del país tras Berlín. Solo Trump trae más de 600 personas con él entre acompañantes, trabajadores y personal de seguridad.
En total, cerca de 20 mil agentes de policía velarán por la seguridad durante estos días, según datos del sindicato de Policía. Mientras, desde una sala especial detrás de una alambrada de espino, unas 50 personas seguirán a través de 16 grandes monitores colgados en la pared, teléfonos, ordenadores y radiotransmisores lo que ocurra en toda la ciudad.
“El pabellón ferial será una fortaleza”, declara Lenders sobre el lugar donde se reunirán los líderes mundiales.
No en vano, cerca de allí, en un radio de tan solo un kilómetro, se encuentran los barrios reivindicativos de Schanzenviertel y Karoviertel, conocidos por su activismo de izquierdas y cuna de protestas de marcado tinte radical, que no ven con buenos ojos tener de vecinos durante unos días a Trump, Recep Tayyip Erdogan y Vladimir Putin.
Para llegar a sus casas, muchos de los habitantes de estos barrios tendrán que pasar por un punto de control, lo que ha provocado que muchos prefieran irse, como es el caso del jubilado Heinz Koos y su mujer. “Nosotros nos vamos”, comenta el alemán de 70 años.
De momento hay anunciadas cuatro grandes manifestaciones y acciones contra la cumbre. Las fuerzas de seguridad calculan que, junto a las decenas de miles de manifestantes que protestarán de forma pacífica, habrá unas 8 mil personas, venidas de distintos puntos del país y también del extranjero, dispuestas a adentrarse en una espiral de violencia.
A los controles de fronteras iniciados hace semanas en el país, se sumará el despliegue de 28 helicópteros y de hasta 185 perros policía y 70 caballos, que ayudarán a los agentes a velar por la seguridad.
En un área de 11 mil metros cuadrados situada en Harburg, al sur de Hamburgo, las autoridades han erigido un centro de detención que tiene capacidad para arrestar de forma provisional a unas 400 personas hasta que un juez se pronuncie sobre su destino.
La labor judicial se reforzará asimismo con el envío a la ciudad hanseática de 140 fiscales que posibiliten la celebración de juicios rápidos. “En el marco de las protestas, nadie debería cruzar al otro lado de la ley”, advirtió el Fiscal General, Jörg Fröhlich.
Asimismo, se extremarán las medidas de seguridad en todos los puntos de entrada a la ciudad como aeropuertos, estaciones de tren o accesos por carretera, donde se reforzará notablemente la presencia policial desde días previos a la cumbre.
A pesar de todas estas medidas de seguridad, la ciudad se afana en intentar dejar claro que la cumbre no tendrá efecto en la mayor parte de Hamburgo. “Habrá gente que el 9 de julio se sorprenda de que ya haya acabado la cumbre”, declaró el alcalde de la ciudad, Olaf Scholz.
Durante un par de días, Hamburgo se convertirá en un fortín sin armaduras donde tanto policías como dirigentes internacionales, entre ellos Trump, llegan dispuestos a presentar batalla. (Fuente: La Jornada)