REDACCIÓN / GRUPO CANTÓN
El primer ministro de Japón, Shigeru Ishiba, anunció este domingo su dimisión tras menos de un año en el cargo, presionado por las duras derrotas de su partido en las recientes elecciones parlamentarias y un creciente descontento social por la inflación y el costo de vida.
Durante una rueda de prensa en Tokio, Ishiba, de 68 años, explicó que su decisión se produce luego de cerrar un acuerdo comercial con Estados Unidos para reducir aranceles, lo cual consideró su última tarea pendiente al frente del gobierno. “Me gustaría pasar el testigo a la siguiente generación”, declaró, visiblemente emocionado.
La salida del líder del Partido Liberal Democrático (PLD), que ha gobernado Japón casi sin interrupciones desde la posguerra, desata un nuevo ciclo de inestabilidad política. Ishiba permanecerá en funciones hasta que se elija a su sucesor, en una carrera de emergencia convocada por el propio PLD.
El impacto político ya se refleja en los mercados: el yen se debilitó y los bonos japoneses sufrieron una caída la semana pasada, con el rendimiento a 30 años alcanzando un récord histórico.
Entre los nombres que suenan como posibles reemplazos están la exministra Sanae Takaichi, defensora de una política fiscal más expansiva y crítica de las subidas de tasas de interés, y el actual ministro de Agricultura, Shinjiro Koizumi, visto como una opción continuista.
Aunque el PLD ha perdido su mayoría parlamentaria, sigue siendo la fuerza dominante en la cámara baja, lo que hace probable que su próximo líder asuma el cargo de primer ministro. Sin embargo, analistas advierten que el nuevo jefe de gobierno podría optar por elecciones anticipadas para consolidar su mandato, algo que, según una encuesta de Kyodo, rechaza el 55 % de la población.
El ascenso reciente del partido ultraderechista Sanseito en la Cámara Alta añade un elemento de tensión al escenario político, introduciendo posturas más radicales en el debate nacional.
La dimisión de Ishiba marca un nuevo episodio en el constante reacomodo de poder en la cuarta economía del mundo, que enfrenta ahora desafíos tanto económicos como políticos de cara al futuro inmediato.