David Casco Sosa
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Tamaulipas es una de las 12 entidades donde se votará el relevo del gobernador y se prevé una contienda muy cerrada, toda vez que la diferencia de preferencias entre el candidato del PAN y el PRI es de menos de 4 puntos.
Al igual que en Veracruz, se pronostica que en Tamaulipas, y ante las campañas negativas y la consabida guerra sucia, el resultado de la elección se definiría en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, vaticina un estudio dado a conocer por la consultora Integralia.
El narcotráfico, la inseguridad, la migración y la pobreza son los flagelos que azotan a la norteña entidad. El delito más grave que padecen los tamaulipecos es la alta tasa de homicidios dolosos: 533 por cada 100 mil habitantes, así como 327 secuestros, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública y de la Procuraduría General de la República.
Todavía se recuerda que a unos cuántos días de la elección para gobernador, hace seis años, un comando interceptó y asesinó al candidato priísta Rodolfo Torre Cantú, hecho que la PGR atribuyó al cártel del Golfo.
También en 2010, se dio la matanza de 72 migrantes a manos de Los Zetas, y se hallaron más de 200 cuerpos en fosas clandestinas. Los levantones, asesinatos, atentados y ajustes de cuentas se viven de manera cotidiana en Tamaulipas, así como la violación a los derechos humanos.
Ahora se suma la guerra sucia entre candidatos a la gubernatura. Y en ese contexto de descomposición se realizarán los comicios.
TODOS SE SUBEN AL RING
Esta campaña se ha caracterizado por la batalla de dimes y diretes entre los abanderados del PRI y el PAN, donde también se han subido al ring candidatos de otros partidos políticos.
Mientras los opositores señalan al panista Francisco García Cabeza de Vaca de sumar adeptos por presuntas amenazas del crimen organizado, éste responsabiliza al PRI de ser el culpable de la violencia en Tamaulipas.
Las acusaciones contra García Cabeza de Vaca se han dado sobre todo en redes sociales, donde se ha desarrollado en mayor medida la guerra sucia y las campañas negras. Ahí, lo han acusado de estar ligado a grupos delictivos que azotan a la entidad.
Pero el detonante de todo fue la acusación que le lanzaron al panista los candidatos del PRD y Movimiento Ciudadano –Jorge Valdez y Gustavo Cárdenas–, en el primer debate que sostuvieron los abanderados, el pasado 24 de abril, donde lo señalaron por sus presuntos antecedentes delictivos.
Más tarde, los candidatos a las presidencias municipales de Camargo, Mier, Miguel Alemán y Díaz Ordaz, dimitieron a su postulación luego de que argumentaron recibir amenazas e intimidaciones del crimen organizado.
En este tenor, el 8 de mayo, Beatriz Mojica, secretaria general del PRD, acusó en conferencia de prensa: “Son actos de intimidación que se están realizando en contra de los candidatos de nuestro partido. Responsabilizamos al PAN y a su candidato (García Cabeza de Vaca) de estos actos en Tamaulipas”.
Un día antes, el PRI informó que cancelaba las postulaciones de sus candidatos en los municipios de Hidalgo, Mainero y Villagrán, por presuntos vínculos con la delincuencia organizada, y porque éstos anunciaron su apoyo a García Cabeza de Vaca.
El líder del PRI, Manlio Fabio Beltrones, lanzó: “A los tres candidatos que fueron amenazados o comprados por el crimen en Tamaulipas y que hemos decidido expulsar, apoyan abiertamente al PAN. El PRI no se prestará para dar votos a quienes ceden o están coludidos con el crimen”.
Por su parte, sin dar nombres ni entrar en detalles, Arturo Zamora, secretario de Elecciones del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, dijo que las amenazas no sólo habían alcanzado a los abanderados del tricolor, sino también a los de Movimiento Ciudadano, Nueva Alianza y el Partido Verde Ecologista.
Arturo Zamora adelantó que presentarían una denuncia ante la PGR por la injerencia de la delincuencia organizada en los comicios, al igual que ante la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE).
A grandes rasgos, es el panorama en Tamaulipas, donde se vislumbra un conflicto poselectoral.