Juan R. Hernández / Grupo Cantón
La presidenta subrayó que ni José Ramón ni Andrés Manuel López Beltrán aparecen en el expediente de la FGR sobre huachicol fiscal
Ciudad de México.- Palacio Nacional se convirtió otra vez en un hervidero político.
Desde temprano, la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum giró en torno a un tema que desató incomodidad y pleitos por la palabra entre reporteros: los supuestos amparos a nombre de los hijos de Andrés Manuel López Obrador.
Sheinbaum, con gesto firme, calificó de “campaña de calumnias” lo que describió como una maniobra burda para desprestigiar a su movimiento y al expresidente.
“¿Cómo es posible que alguien, ¿quién sabe quién, ponga amparos usando sus nombres y que al minuto ya estén en Reforma y en El Universal? Eso no es casualidad”, lanzó, mientras las grabadoras se acercaban cada vez más a su atril.
La presidenta subrayó que ni José Ramón ni Andrés Manuel López Beltrán aparecen en el expediente de la FGR sobre huachicol fiscal, y que en realidad la investigación abierta desde marzo en Tampico tiene otro origen: el decomiso de combustible.
“Es falso que este caso venga de presiones de Estados Unidos”, insistió.
Con Washington, dijo, hay entendimiento para combatir juntos el contrabando de gasolina, pero nada vinculado a los hijos del exmandatario.
Los corresponsales, olfateando la nota, se interrumpían unos a otros; el choque de voces arrancó chispas. Unos querían insistir en la versión de la oposición, otros preguntaban por la reforma al juicio de amparo.
El aire se tensaba.
En ese tono, Sheinbaum también desmintió rumores: negó que Omar García Harfuch viajara a Paraguay y aclaró que la expulsión de Hernán Bermúdez fue decisión de ese país.
Y cuando un reportero trajo a cuento el traslado de Caro Quintero, ella fue tajante:
“No fue por órdenes de Trump, fue decisión del Consejo de Seguridad Nacional”.
La escena política se condimentó con dardos: críticas a Ricardo Anaya y Carlos Ugalde por el fraude electoral de 2006, recordado como una herida que no cierra.
Y como telón de fondo, la expectativa por la inminente visita del primer ministro de Canadá, Mark Carney, que pondrá sobre la mesa la agenda energética y comercial.
Entre la refriega verbal, la mandataria buscó cerrar con un mensaje de certeza:
“Se tiene que saber quién puso esos amparos. Es una estrategia de calumnia, demasiado burda”.
Afuera, en los pasillos, los reporteros seguían discutiendo qué era lo más fuerte de la mañana:
¿los hijos de AMLO, la reforma al amparo o el pulso diplomático con Canadá?
Palacio hervía; la campaña negra había encontrado una respuesta firme y sin titubeos.