De la Redacción
GRUPO CANTÓN
CDMX.- ¡Ya huele a Navidad! y con ello la gente comienza sus compras de temporada, pero no solo para sus regalos, sino para arreglar su vivienda o trabajos, y para ello utilizan la flor de Nochebuena, una tradición que data de la época prehispánica, pero ¿cuál es el origen de la Navidad?
Su nombre científico es Euphorbia pulcherrima y su nombre en náhuatl es Cuetlaxóchitl. Este último deriva de las palabras Cuetlaxtli que se puede traducir como “cuero”y de Xóchitl que hace referencia a “flor” o “reina de las flores”. Cuetlaxóchitl se ha traducido como “flor de pétalos resistentes como el cuero” o como “flor color de fuego”.
La nochebuena también ha recibido otros nombres: flor de Navidad, pastora, flor de pascua, estrella federal, pascuero y en Estados Unidos se le conoce como poinsettia (esto en honor a Joel Roberts Poinsett, quien fue el encargado de llevar la nochebuena a E. U., cabe mencionar que Poinsett era un diplomático en México y también un gran aficionado a la botánica, por lo que al ver la nochebuena quedó maravillado).
La nochebuena es nativa principalmente de Taxco, Guerrero, aunque su cultivo se ha extendido a muchas partes del mundo. Un dato interesante es que la Plaza Borda que se encuentra en Taxco, se adorna con más de 5000 macetas de nochebuena para crear una nochebuena gigante. De hecho, Taxco cuenta con el Récord Guinness de la nochebuena más grande del mundo.
Según se cuenta, el origen de la nochebuena, o de su descubrimiento, se dio gracias a Moctezuma, pues fue él quien la encontró en el sur del país y mandó a que la pusieran en sus jardines en Tenochtitlán.
A partir de entonces, para los mexicas esta flor se volvió culturalmente muy importante gracias a su color y a sus propiedades medicinales. Y es que para ellos el color rojo simbolizaba el color de la sangre que tenía que ser derramada para que el sol pudiera renovar sus fuerzas.
Los mexicas también la usaban como planta medicinal, pues es buena para tratar problemas respiratorios y cardiacos. Asimismo, en el Códice Florentino se menciona que se le recetaba comerlas a aquellas mujeres que producían poca leche o que eran nodrizas.