CIUDAD DE MÉXICO.- López Obrador –que toleró los comentarios adversos y hasta burlones de los “especialistas” en Derecho Penal al enterarse que se proponía enjuiciar a los expresidentes, quienes tampoco tomaron en serio eso de verse sentados en el banquillo de los acusados–, se llenó de gusto de veras cuando el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó (en votación dividida, el jueves 1 de octubre) que procedía la consulta.
–La consulta popular ya es constitucional, y así se podrá enjuiciar a los que actuaron mal–dijo apenas se enteró de la buena nueva para el pueblo, que tanto piden se les abra proceso penal a los cinco exmandatarios del neoliberalismo.
El Presidente ha dicho que busca que el pueblo vuelva a creer en la justicia y se juzgue a los cinco expresidentes, a los cuales acusa de haber cometido toda suerte de delitos. Por seis votos contra cinco, el máximo tribunal de justicia del país declaró como válida y constitucional una consulta popular para determinar si debe aplicárseles la ley.
1 DE OCTUBRE, DÍA FELIZ
López Obrador argumenta que la consulta permitirá castigar a quienes siempre han permanecido impunes. En su posición de estadista, que mira hacia el futuro y no hacia el pasado, sostiene que no es un hombre de venganzas.
Su insistencia radica en que las fiscalías tienen la obligación de investigar los delitos y los ministerios públicos, la de procesar a quienes son acusados de cometerlos. Como es el caso de Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto.
Sorprendió, sin embargo, que cinco de los once ministros de la Corte no avalaran la consulta popular, que no es otra cosa que escuchar al pueblo de no dejar en la impunidad a delincuentes. Aun así, el pasado 1 de octubre fue un día feliz para quienes creen que México merece vivir en un Estado de Derecho.
SE PASARON DE LA RAYA
A principios de 2019, en reunión con su grupo compacto de colaboradores más cercano que, conociéndolo, sabían que su decisión anunciada desde su campaña iba en serio, el presidente López Obrador exclamó:
–Éstos se pasaron de la raya– les dijo, en alusión a los cinco expresidentes, sus antecesores.
–Sí que se pasaron –respondió uno de ellos–, y no enumero otras tantas cosas que hicieron por no echarle más leña a la lumbre y porque nada se consigue con eso, pero merecen ser enjuiciados.
–Merecen otra cosa…; no sé lo que será, pero es necesario castigarlos–abundó el mandatario.
–¿Qué más castigo que la cárcel? –terció otro–. ¿No la misma Corte afirma que sus delitos no prescriben?
–No lo sé, yo no soy un hombre de venganzas; no quiero que mi deseo de hacer justicia, se considere como una cacería de brujas.
–Pues yo tampoco soy de venganzas, pero con tal de sanar las heridas del país, sea cacería o no, estaría resuelto a todo. Consultaré a otros especialistas por última vez, si le parece señor Presidente.
–Es inútil, te dirán lo mismo: sus delitos no prescriben. Ni idea tienen en la que se metieron– remató.
PURA PROMESAS HUECAS
Como consecuencia de aquella reunión, López Obrador ordenó se recurriera a la hemeroteca, hablar con testigos presenciales dispuestos a declarar e, incluso, se sondeara entre la población. Todas estas pesquisas debían iniciarse desde sus propuestas de gobierno, cuando eran candidatos presidenciales, hasta sus acciones ya como presidentes de la república. No hubo sorpresas.
Quienes se abocaron a esta ardua tarea, encontraron que de nada habían servido los debates ni las campañas de los cinco investigados. El pueblo sólo conoció sus gastadas promesas huecas, tanto de ellos como de sus respectivos partidos: el PRI y el PAN. Sólo fueron palabras que se las llevó el viento (continuará).