CIUDAD DE MÉXICO.- Yo en mi país soy contadora. -Y aquí, ¿qué eres? -Una… bailarina. – ¿Tú disfrutas de tu trabajo? -La verdad sí, la verdad sí me gusta: Rubí.
Con movimiento sexy y tacones de aguja, a medio vestir, y andando con el cabello suelto a la cintura, las conocimos… son un par de bailarinas exóticas de Tapachula, Chiapas, quienes son testimonio fiel de que la prostitución es una de las principales actividades a las que se dedican las mujeres centroamericanas.
“-Quizás, como dice la gente, son mujeres de la vida alegre, y la verdad sí, sí se gana mucho más, y yo creo que, por eso, toda mujer centroamericana que viene de allá, lo primero que busca, un lugar así”, comentó Rubí, bailarina exótica.
“-¿Qué tantas centroamericanas se dedican a esto? -Uuff la mayoría, todas las centroamericanos que vienen […] Yo pienso que la mayoría somos extranjeras”, dijo.
En Tapachula hay alrededor de 3 mil 500 bares y cantinas, de los cuales en mil 200 trabajan mil 500 sexoservidoras, meseras o bailarinas, una población donde se presume que cada día son vendidas cerca de dos mil mujeres, las cuales ponen en peligro constante a su vida.
“De repente, cuando ya estás muy ebria, tomas decisiones de irte con personas que no conoces, nomás porque te invitaron, y corres el riesgo de que te violen o te puedan matar”, dijo Rubí.
En un mundo de piedra, las lágrimas están casi casi prohibidas. Aunque el dolor aparentemente se oculte, sigue vivo en aquel lugar profundo que todos conocemos.
Yadira nos contó que sus hijos se avergüenzan de ella.
“Mi hijo no me dice nada, pero uno cuando los hijos lo rechazan a uno por el trabajo este […] Yo le dije que trabajo de esto para sacarlo adelante porque no sé estudiar, estudié hasta quinto año; el trabajo esté el sueldo mínimo es muy poco”, explicó Yadira.
Universo de chicas y no tan chicas
“En Tapachula funciona un grupo que tiene a mujeres, en la mayoría, menores de edad, en diferentes lugares llevándolas por doquier, ofreciéndolas y prostituyéndolas”, afirmó el defensor de Derechos Humanos, Luis Villagrán.
Así, es muy común verlas, como también es común recibir ofertas de los servicios que brindan en los mismos hoteles.
“Pregunten qué edad tienen, y para que entren como esta, en caso de que lleguen, que avisen, ahí sí van a llegar […] se ven las chamacas, andan ahí, parditas”, dijo un botones del hotel.
La mayoría de ellas empiezan como meseras comunes. Luego se hacen “ficheras” y terminan prostituyéndose. Generalmente llegan hasta ahí con engaños, aunque el engaño a algunas las lleve al placer.
“Nosotras ya no lo tomamos como una prostitución, igual lo vemos como un trabajo digno, quizá no decente, porque te encueras y haces cosas con gente que no conoces”, dijo Rubí.
Por medio de su oficio, ella asegura que logra darle de comer a sus pequeños.
“Desde hoy les dije: “mira, mami, traje tanto”, y siempre les hago entender que lo que yo hago, lo hago por el beneficio de ellas”, agregó Rubí.
Pero otros menores relacionados con el tema son pequeños, como Pedro, que con tan solo 8 años de edad ya trabaja toda la madrugada, vendiendo desde dulces hasta cigarros para ganar por noche, en promedio, 150 pesos.
“-¿Quién te puso a trabajar? -Mi mamá.
-¿Ella dónde está? -Está trabajando de tortas.
-¿Te gusta trabajar, o es por obligación? -Me gusta trabajar, porque quiero tener dinero?
-Ese dinero, ¿a quién se lo das? -A mi mamá, dijo Pedro “N””.
Mamá que le quita el dinero, pero que no le regala una vida de niño.
“- ¿Tienes juguetes? -No.
– ¿Qué juguetes te gustaría tener? -Carritos. A ver, espérame tantito.
Estas madres y mujeres, nos cuentan que ganan por noche entre 500 a tres mil pesos, y en muchas ocasiones hasta se ganan amigos.
“Ellas nos hacen sentir bien después de nuestro trabajo, venirnos a relajar”, anónimo.
El rango de edad de las mujeres víctima de explotación sexual y trata, va de los 10 a 35 años de edad, y en el lugar hay 15 zonas de tolerancia para que lleven a cabo su oficio. (Fuente: Tabasco Hoy)