CIUDAD DE MÉXICO
Fidel, indígena mazahua, murió esta mañana, luego de recorrer cinco hospitales públicos sin que ninguno pudiera recibirlo, el único que lo atendía, era uno privado y costaba alrededor de 80 mil pesos, dinero con el que no contaba su familia, para intentar salvarle la vida.
En la comunidad de Fidel, en San Miguel Agua Bendita, en el norte del Estado de México, con una población de 2 mil 500 habitantes, la mayoría, indígenas mazahuas, no existe un solo neurólogo ni quirófanos en los hospitales públicos de la región.
El sitio más cercano para encontrar instituciones de salud públicas con médicos especialistas e instalaciones con quirófanos y áreas de terapia intensiva está dos horas de San Miguel Agua Bendita. Los pacientes deben viajar hasta Toluca, la capital del Estado de México.
El domingo pasado, Fidel, se desmayó y se convulsionó, pero cuando sus familiares fueron a pedir ayuda en los hospitales públicos de la comunidad, los médicos les dijeron que no podían hacer algo por él, pues necesitaba que lo atendiera un neurólogo, y si requería una operación, un quirófano en donde poder hacerlo, algo que simplemente no hay en este sitio.
El Estado de México es la séptima entidad del país con mayor déficit de médicos especialistas, sólo hay 69 por cada cien mil habitantes; mientras países europeos, como Reino Unido, tienen 201 por cien mil habitantes, de acuerdo con la Academia Nacional de Medicina en México.
Debido a las carencias médicas en su comunidad, trasladaron a Fidel, a los hospitales públicos de Toluca, pero ninguno lo quiso recibir, alegando la falta de espacio y saturación de pacientes con covid-19.
“Simplemente nos decían que estaban saturados y que buscáramos otros hospitales”, lamentó Tere, familiar de Fidel, entrevistada por LOS MEDIOS.
Entonces, la familia al encontrarse con las puertas cerradas de los hospitales públicos, acudieron a un hospital privado en Toluca, donde le advirtieron, que necesitaba una cirugía de emergencia debido al edema cerebral que le había provocado la caída al desmayarse, por la que debían pagar 80 mil pesos, dinero con el que no contaban.
Desesperados, intentando salvar la vida de Fidel, su familia decidió probar suerte en la Ciudad de México. Lo trasladaron en ambulancia al Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, pero también les dijeron que ya era demasiado tarde.
“Nos dijeron que como Fidel no había recibido a tiempo la atención médica, ya era demasiado tarde para poder hacer algo por él, que estaba muy grave, así que lo regresaron a su casa”, explicó Tere, una familiar.
Fidel, padre de cinco menores de edad, murió en la cama de su casa, porque ningún hospital público, tuvo un lugar para él.
Vía EXCELSIOR