De la Redacción / GRUPO CANTÓN
CDMX.- Con la celebración del Domingo de Ramos, da inicio a la Semana Santa. Este día se conmemora la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén y marca el inicio de una de las festividades más importantes para la comunidad católica.
Una de las prácticas más destacadas de este día es el uso de palmas bendecidas, que los fieles llevan en procesión durante la liturgia. En este artículo, exploraremos la rica tradición detrás del uso de la palma en el Domingo de Ramos y su significado en la celebración de la Semana Santa.
El uso de palmas en el Domingo de Ramos tiene sus raíces en los relatos bíblicos que describen la entrada de Jesús en Jerusalén montado en un burro, mientras la multitud lo recibía agitando ramas de palma y ramos de árboles. Este gesto simbolizaba el reconocimiento y la aclamación de Jesús como el Mesías esperado, el Rey de Israel.
Por ello, las palmas bendecidas son un símbolo de la victoria de Jesús sobre el pecado y la muerte, así como de su papel como el Salvador enviado por Dios. Al llevar palmas durante la procesión del Domingo de Ramos, los fieles expresan su fe y devoción hacia Jesús.
En muchas iglesias católicas y cristianas, el Domingo de Ramos comienza con una procesión solemne en la que los fieles llevan palmas bendecidas mientras cantan himnos y cánticos apropiados para la ocasión. Durante la liturgia, se realizan oraciones especiales de bendición para las palmas, simbolizando la purificación y santificación de los creyentes.
Después de la celebración litúrgica, las palmas bendecidas se conservan en los hogares como símbolos de protección y bendición divina. Algunas personas las colocan detrás de crucifijos o imágenes religiosas, mientras que otras las guardan en lugares especiales como recordatorios de la fe y la gracia de Dios.
El Domingo de Ramos y el uso de palmas nos invitan a reflexionar sobre la importancia de la humildad, la fe y la entrega total a Dios. Al recordar la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, los creyentes son llamados a seguir su ejemplo de amor, servicio y sacrificio.
A través de este símbolo sagrado, los católicos recuerdan la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, y renuevan su fe.