CIUDAD DE MÉXICO.- La calle huele a maíz, manteca y salsa verde, el Día de la Candelaria llegó y hombres, mujeres y niños cargan su pequeña dotación, las horas pasan lentas en la oficina a la espera de la hora del convivio en el que, quien el 6 de enero sacó el niño de la rosca de Reyes, hoy debe pagar la tamaliza.
De acuerdo con el historiador del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), David Guerrero, la tradición de celebrar el Día de la Candelaria, pasó de ser meramente religiosa a una festividad popular. En entrevista con Notimex, explicó que esta celebración católica, tiene dos orígenes fundamentales, el término del periodo de cuarentena de la virgen María y la presentación del niño Jesús.
También coincide con el inicio de la temporada de siembra. Refirió que como toda festividad en México, este día gira en torno a la comida, y los protagonistas son los tamales, que en el periodo novohispano eran considerados como un alimento para las personas de clase baja y que con la llegada de los españoles se vieron modificados con manteca de cerdo, relleno de carne y diversas especias. Guerrero abundó que fue hasta el siglo XX, cuando la tradición religiosa se popularizó sin distinguir credo o posición social, ello, luego de la Revolución Mexicana, donde el nacionalismo fortaleció diversos valores culturales y de identidad.
A su vez, puntualizó que con esta tradición también se observaron los primeros visos del compadrazgo, en el que se designa a alguien para vestir al niño Jesús, en ese sentido, refirió la tradición xochimilca del Niñopan, en el que con años de anticipación se designa a una familia para el cuidado de dicha figura.
Abundó que la importancia del Día de la Candelaria está después de la celebración de la Pascua y la Navidad, lo que la convierte en la tercera más importante en el país, y refirió que en México, las tradiciones con el paso del tiempo siempre adquieren un tono festivo. (Fuente: Milenio)