Agencias
CIUDAD DE MÉXICO.
La espera de millones de católicos mexicanos llegó a su fin el día de ayer, y es que el Papa Francisco llegó a tierras aztecas para darle inicio a su recorrido de seis días, en el que visitará el Estado de México, Chiapas, Michoacán y Chihuahua.
El jerarca católico fue recibido en el aeropuerto de la Ciudad de México por el presidente Enrique Peña Nieto y autoridades de la iglesia católica de todo el país.
Antes de su arribo a México, el Sumo Pontífice realizó una escala en La Habana, Cuba, en donde se reunió con el presidente de ese país, Raúl Castro, y mantuvo un histórico diálogo con el máximo representante de la iglesia ortodoxa rusa.
Durante el viaje, Jorge Mario Bergoglio se divirtió poniéndose un sombrero de charro, dedicando libros, recibiendo cartas y regalos varios, haciendo bromas sobre el fútbol argentino, tomándose autofotos y escuchando mensajes de gente común.
Todo esto a bordo del avión papal, en el periplo que lo llevó de Roma a La Habana, donde convivió durante más de 45 minutos con los 75 periodistas que lo acompañan en la comitiva.
Luego de un despegue atrasado en casi 40 minutos por exceso de tráfico aéreo en la base Leonardo Da Vinci de Fiumicino, a las afueras de Roma, y de un desayuno para todos los pasajeros, el jerarca de la Iglesia católica apareció en el sector turista.
Allí dedicó unas palabras de saludo a todos los presentes y recordó que la decana de los vaticanistas, Valentina Alazraki, le había regalado unas películas del cómico Cantinflas y que así lo hizo entrar “como en un túnel del tiempo”.
“Así entré en México por la puerta de Cantinflas que hace reír mucho”, señaló bromeando. Luego agradeció al organizador de los viajes papales, Alberto Gasbarri, sus 47 años de servicio en el Vaticano y sus 37 en su puesto actual.
“Entró cuando tenía tres o cuatro años”, agregó entre risas, antes de pedir que lo feliciten porque es su último viaje antes de despedirse. Para él pidió “una festichola” y luego presentó a su sucesor, el clérigo colombiano Mauricio Rueda Beltz.
Antes de comenzar a saludar uno por uno a los periodistas, Bergoglio recibió un sombrero de charro con una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe y se lo colocó emocionado, como lo hicieran Juan Pablo II y Benedicto XVI.
El Papa Francisco recibió algunas cartas de niños del Estado de Puebla y también un mantel para tomar la bebida típica argentina, el mate. Con él bromeó también con la victoria de su equipo de futbol, San Lorenzo de Almagro, por 4 a 0 contra el Boca Juniors en la final de la Spuercopa Argentina.