JOSÉ RAÚL REYES
GRUPO CANTÓN
En 2024 el Presidente de la República no será quien decida quién va a ser el candidato de Morena para la sucesión, como era antes que se imponía por dedazo, adelantó el Presidente Andrés Manuel López Obrador.
El Mandatario nacional dijo ayer en Cancún, durante su conferencia, que será la gente la que decida a través de una encuesta quien será el candidato, a como lo establecen los estatutos del partido y “yo voy a apoyar al que gane la encuesta, hombre o mujer a ese voy apoyar “, indicó.
A tiempo que atajó que será solo con su voto “porque no puedo utilizar, como era antes, los recursos públicos para beneficiar a ningún candidato y a ningún partido. Pero como ciudadano, si me dicen a quien va a apoyar de su movimiento: a quién gane la encuesta”
Hasta ahora, tres de los cuatro “presidenciables”, la jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, se ha pronunciado a favor de que sea mediante encuesta como se elija al abanderado de Morena, porque “es una representación de lo que opina el pueblo en ese momento, entonces es un buen método”.
piden piso parejo
El canciller Marcelo Ebrard ha dicho que está por el método que decida el partido pero con piso parejo, “en condiciones de competencia, porque de otra manera sería difícil; tiene que ser algo justo, creíble confiable”
A su vez, el líder morenista del Ricardo Monreal ha pedido que se haga una elección abierta y se reformen los estatutos para que no sea la encuesta el único método posible; “hay que buscar métodos que mejor satisfagan y que mejor puedan dejar a los simpatizantes y militantes satisfechos”.
Entre tanto, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, quien desde su incorporación al gabinete, fue incluido en la lista de posibles sucesores de López Obrador, no ha expresado preferencia sobre el método
condena guerra sucia
En Cancún, Quintana Roo, el presidente López Obrador condenó la guerra sucia de los aspiran a ser candidatos.
“No se puede aspirar a ocupar un cargo si no se tiene autoridad moral. El que se vale de esas maniobras, el que hace guerra sucia, politiquería, pues no es gente buena para el servicio público. Además, la gente lo sabe, no hay que menospreciar al pueblo, el pueblo es sabio” concluyó.
AMLO dio el banderazo definitivo
Como su pecho no es bodega, el Presidente Andrés Manuel López Obrador reiteró que la candidatura de Morena se resolverá por la vía de las encuestas, porque es el mejor método ya instituido por su partido político.
Y que él respaldará al aspirante que sea apoyado por el pueblo.
Que habrá piso parejo.
En buen castellano el Presidente quiso decir que no habrá dedazo.
Que él no será Gran Elector.
Que no tiene favoritos o favoritas.
Que todos tienen la misma posibilidad. Que en la selección del candidato o candidata en Morena, prevalecerá la democracia.
Actualmente hay cuatro principales aspirantes. Y corren parejos. Hay encuestas pero no son serias, son producto de intereses políticos de grupo.
Hasta hoy, no hay nada para nadie.
Y si López Obrador dijo que el pueblo elegirá, habrá que ver a quién quiere López Obrador que el pueblo elija.
Por encima de afectos o sentimientos personales, López Obrador preferiría a quien realmente le garantice que consolidará la cuarta transformación. A quien crea que no lo va a traicionar. Tiene en la mira a simuladores, a gelatinosos y a chantajistas.
Lo cierto es que de los cuatro principales, la circunstancia de cada uno es diferente. Sus radios de acción política tenían límites.
Según el protocolo de la política tradicional, en la larga época del presidencialismo, quien gobierna en la Ciudad de México había estado moralmente impedido para hacer política en el interior del país. No tenía justificación para apariciones en provincia. Ahí está Claudia Sheinbaum.
Quien maneja la Secretaría de Gobernación había estado obligado a hacer política desde su oficina de Bucareli. Con “discreción“. Sin moverse de Ciudad de México. Como Jefe del Gabinete, automáticamente se convertía en el aspirante más poderoso. Y el Presidente en turno lo sabía. Ahí está Adán Augusto López Hernández.
Quien maneja la Secretaría de Relaciones Exteriores estaba impedido para hacer política interna, a nivel nacional. Se han dedicado a la labor diplomática, a la política exterior. Entre más lejos, mejor. Una especie de destierro para cortarle las alas. Y tenerlos bajo control, con un caramelito. Ahí está Marcelo Ebrard.
En el caso del líder del Senado, es la figura que más libertad de acción ha tenido, por su supuesta autonomía política por representar a otro Poder. Su representación es a nivel nacional y nada le ha impedido para caminar por la provincia mexicana. Sus límites se los imponen ellos mismos. Ahí está Ricardo Monreal.
Realmente, todos los “novios” (ahora también “novias”) a la silla de Palacio, siempre habían pedido permiso al Presidente “para caminar”. Quien se lanzaba sin la venia del Jefe, era traidor, madrugador. Y candidato a linchamiento o directo al paredón.
López Obrador rompió moldes, esas reglas no escritas, pero inviolables.
Al asegurar que apoyará el resultado de las encuestas, prácticamente significa el banderazo y la luz verde para que todos se lancen a conquistar seguidores en toda la provincia mexicana.
Nunca se había visto que la sucesión presidencial se adelantara tanto y con tanta libertad para todos. Y esto es porque antes desatándose la precampaña, disminuía la fuerza presidencial. Pero ahora no es así. Inclusive, quien sea el próximo Presidente, nunca alcanzará la aceptación y respaldo popular de AMLO.
No se había visto democracia en pleno proceso de sucesión.
Decidirán las encuestas. No hay forma de que sea de otra manera. El Presidente no cambiará de opinión. Ya lo saben los aspirantes. Quienes no estén de acuerdo es porque seguramente creen que no alcanzarán a crecer en el ánimo popular. Son los que desconfían no de las encuestas, sino de la palabra del Presidente.
A partir de esta declaración presidencial, los cuartos de guerra de los presidenciables entran en sesión permanente para diseñar sus estrategias para alcanzar la nominación morenista en todo el país. Y, por ende, la Presidencia.
AMLO dio el banderazo definitivo. Lo razonó. Lo disfruta. Lo controla. Sin celos.
La guerra empezó.
Con piso parejo para todos.
El pueblo decidirá a su próximo Presidente. Eso es lo que quiere el tabasqueño.
Aunque habría que ver qué dice su corazoncito…