CIUDAD DE MÉXICO.- La imaginación y la creatividad son pilares claves de la cultura mexicana, las tradiciones se alimentan de las creaciones que provienen del sincretismo entre lo prehispánico y lo colonial, o simplemente de un sueño casi lúcido como el de Pedro Linares y los alebrijes.
De acuerdo a la leyenda, Linares cayó enfermo y durante un sueño vio una serie de criaturas fantásticas que combinaban diferentes partes de animales, con colores brillantes, texturas diferentes y un halo de fantasía digno de cualquier relato de dioses prehispánicos.
Después del sueño, Linares -cartonero de oficio- se levantó y creó los alebrijes, que no sólo cambiaron su vida, también las tradiciones populares mexicanas.
Normalmente los alebrijes se hacen con alambre, papel y cartón, pero en algunas zonas de Oaxaca utilizan la madera para moldear estas criaturas, combinando así la materia prima de la región y el arte de Linares.
San Martín Tilcajete y San Antonio Arrazola son las dos localidades oaxaqueñas donde los alebrijes de madera son la base de la economía, talleres flanquean las calles, mientras que las figuras coloridas adornan las tiendas, los mercados y las plazas.
Los habitantes de esta región ya estaban acostumbrados a tallar la madera del copal, que en un principio se enfocaba en el uso doméstico -cucharas, platos- o el familiar -juguetes para los niños. Después llegó la corriente de los alebrijes gracias a talleres artesanales y se dio la combinación perfecta: animales fantásticos tallados en madera y adornados con atractivos colores, que parecieran que en cualquier momento van a cobrar vida.
Lo increíble de estas artesanías y lo que los hace un verdadero atractivo para los locales y el mundo en general, es que no existen dos alebrijes iguales, las creaciones son únicas, nunca se repite la misma combinación y las posibilidades son tan infinitas como la imaginación.(Fuente: Excelsior)