Todos los dueños de gatos, o los que hemos convivido con alguno, sabemos que los gatos no intentarán nunca hacernos la vida fácil. Son muy buenos para comunicar cuando tienen hambre o cuando quieren salir al patio, sobre todo si es en la madrugada. Pero a la hora de mostrar dolor, son expertos en esconderlo. Es parte de su programa genético, su evolución. Tal vez como una estrategia de supervivencia.
Pero hay ciertos signos que nos pueden indicar si tu minino está sufriendo:
1. No salta, ni siquiera lo intenta. Los gatitos de edad avanzada, como de cualquier especie, desarrollarán algún grado de artritis. Si tu gato era un ágil torbellino, que solía correr y saltar por todas partes y ahora se ha vuelto más estático, ese puede ser un signo de artritis.
2. Si busca nuevos sitios para dormir sus 20 horas diarias, a nivel del piso.
3. Si no usa más su arenero, y usa el piso. Observa si el arenero está en un sitio de fácil acceso o no es muy alto.
4. Si tu gato parece indigente, tiene nudos o pelaje sin brillo porque no se acicala con la frecuencia de antes. Claro, si está obeso, puede que ni alcance esos puntos.
5. Es importante revisar la cavidad oral, para asegurarte que no tenga dolor, lesiones en lengua o encías, que puedan producirle dolor durante el baño.
6. Si tu gato se esconde, está seguramente enfermo. ¡Llévalo al veterinario!
7. Si tu gato está encorvado, con la espalda arqueada y el cuello hacia abajo, te está indicando que algo le duele. Este signo es sutil, pero puede indicar una enfermedad grave.
8. Si cambia de hábitos, sospecha. Si no te despierta, como antes, para desayunar a las 6 de la mañana, te saluda al llegar o se aísla, puede ser signo de enfermedad.
9. Los gatos, cuando se sienten mal, no se quejan y no lloran. A veces pueden vocalizar, por ejemplo cuando sufren demencia senil, hipertiroidismo o hipertensión.
10. Si tu gato comienza a vocalizar más que de costumbre, visita a tu veterinario.
11. Observa si come regularmente. No esperes a que empiece a verse más flaco, pues en un gato, perder medio kilo ¡es mucho! Y puede ser difícil de detectar.
Hay otros signos más obvios, como las cojeras, lamerse mucho un área, exagerar en el aseo diario o arrancarse el pelo. Pueden ser signos de enfermedad, artritis y cambios de conducta, asociados a la demencia senil. Tu médico veterinario es el indicado para hacer el diagnóstico.
