El movimiento que producen los bebés cuando gatean, especialmente sobre superficies como alfombras, provoca que se levanten altos niveles de suciedad, células de la piel, bacterias, polen y esporas de hongos, llegando a inhalar una dosis cuatro veces mayor por kilogramo de masa corporal que lo que un adulto podría respirar caminando sobre el mismo sitio, resalta un estudio realizado por la Universidad de Purdue, en Estados Unidos.
Para un adulto, una parte importante de las partículas biológicas se elimina en el sistema respiratorio superior, en las fosas nasales y la garganta. Pero para los niños muy pequeños, con mayor frecuencia respiran por la boca, una fracción significativa se deposita en las vías respiratorias inferiores”, llegando a “las regiones más profundas de sus pulmones”, explicó el investigador principal del estudio, Brandon Boor de la Universidad de Purdue.
Los bebés humanos son los únicos mamíferos que no pueden levantarse y caminar poco después de nacer. Por ello, gatean y cuando realizan estos movimientos agitan más partículas en el aire; y sus bocas y fosas nasales están mucho más cerca del piso donde las concentraciones son mayores.
Sin embargo, esto se “contrarresta en cierta medida por el hecho de que los bebés tienden a moverse en estallidos de actividad mucho más cortos que los niños mayores o los adultos”, agrega.
Para estudiar qué cantidad de desechos respiran los bebés, el equipo de investigación construyó un robot que gateaba y lo probó arrastrándose sobre muestras reales de alfombras que habían sacado de las casas. Luego, los investigadores midieron y analizaron las partículas en la zona de respiración.
Utilizamos instrumentación de aerosoles de última generación para rastrear las partículas biológicas que flotan en el aire alrededor del bebé en tiempo real, segundo a segundo. El instrumento utiliza láseres para hacer que el material biológico fluoresce”, ha explicado Boor.
Así encontraron que una nube concentrada de partículas resuspendidas se forma alrededor del sujeto, y que las concentraciones alrededor de ellos pueden ser hasta 20 veces mayores que los niveles de material más altos en la habitación. “Los cuerpos de los bebés no son tan buenos para bloquear esta tormenta de polvo”, señala el especialista.
Con información de Excelsior