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noviembre 24, 2024

Vivir Bien

El sexo y sus efectos terapéuticos

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Los polvos de verdad, con ganas, con gusto, con motivación y deseo, son los mejores cómplices del bienestar físico y mental.

Eso que todos hemos descubierto en la práctica está respaldado por innumerables estudios que le atribuyen efectos casi milagrosos en aspectos como el estado de ánimo y el control del estrés (un enemigo silencioso, como dicen los médicos).

A la lista de beneficios se suma la regulación de las emociones, a partir de la génesis o consolidación de relaciones que involucran todo tipo de sentimientos; la liberación de tensiones, la quema de calorías y la mejora en los patrones de sueño, solo para mencionar algunos.

Si eso no les parece muy específico, pues échenles un ojito a los resultados de investigaciones que les confieren a las encamadas un valor terapéutico real en la mejoría, y hasta la cura, de enfermedades y síntomas comunes que nos amargan la vida.

Aunque la nuestra es una sociedad bastante moralista, sí sé de médicos que se lanzan a incluir las faenas sexuales dentro de las recomendaciones que hacen a sus pacientes.

Con base en la literatura científica disponible, las recetan por ejemplo para ayudar a corregir las irregularidades menstruales; claro, si las afectadas toman nota del consejo y se dedican al aquello de manera frecuente y con la mira puesta en lograr orgasmos genuinos (de aquellos capaces de aliviar los horribles cólicos).

Esta última es una condición ineludible. En los orgasmos, según les entiendo a los investigadores, está la esencia terapéutica; mejor dicho, son como el principio activo de los medicamentos.

Ahora, si el problema es la disfunción eréctil, esta puede ponerse en cintura a punta de catre. Aunque parezca paradójico, cuantos más polvos y más eyaculaciones, la posibilidad de que las erecciones sean más consistentes y sostenidas se eleva en un 50 por ciento.

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Esta mejoría se le atribuye a la regulación en la producción de testosterona y, de paso, a un aumento de la autoestima de los hombres, con lo que pueden contrarrestar algunos frenos de tipo psicológico.

La depresión también puede ponerse en retirada con la actividad bajo las sábanas. Se ha demostrado que la liberación de oxitocina, de endorfinas y otros neurotransmisores que promueven la actividad sexual termina modulando la serotonina a nivel de la sustancia periacueductal en el cerebro y, consecuentemente, el ánimo se mejora.

La idea es mantener en actividad el departamento inferior del cuerpo para que estos efectos sean duraderos.

Por la misma vía se disminuye el estrés y se alivian los dolores, principalmente los de larga duración. Pero lo que más me ha llamado la atención es saber que algunos males infecciosos, especialmente de origen viral como las gripas y algunas bronquitis, se pueden prevenir a punta de sexo.

La verdad es que se ha demostrado que las defensas del cuerpo se elevan consistentemente con el sexo regular y, con eso, la capacidad para enfrentar todo tipo de gérmenes.

Bueno, de sobra se conoce que sexo y corazón la llevan bien, que regula la tensión arterial y que disminuye el riesgo de infartos. De igual forma, que los polvos son la mejor terapia antienvejecimiento. Y a los señores, por cuenta de la testosterona, les torna la piel más elástica y sedosa.

Buen dato, mujeres: si quieren identificar a los más generosos en la cama, acarícienlos… La calidad de su piel se lo dirá. Hasta luego.

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