El ejercicio de habilidades para la vida en nuestra vida diaria, por ejemplo, el manejo adecuado de las emociones y el estrés, la creatividad, la capacidad de solucionar pacíficamente los conflictos, las relaciones interpersonales positivas, el autoconocimiento y la asertividad, producen lo que los expertos llamamos ‘resiliencia’, que es un concepto que refiere a cómo pueden enfrentarse las situaciones adversas de la vida y salir con un sentimiento interior de fortaleza.
El estudio de la resiliencia se inició durante la guerra mundial en Europa el siglo pasado, al comparar el destino de quienes habiendo vivido experiencias extremas de desgracia, como estar internados en un campo de concentración, sometidos a crueles formas de discriminación y humillación, cuando fueron liberados algunos no tenían más destino que la enfermedad, la pobreza de los asilos esperando la muerte, mientras que otros, los resilientes, pudieron renacer de sus quebrantos y desdichas, florecer de nuevo y ser enormemente productivos para sí mismos y los demás.
La diferencia se explicó porque los resilientes encontraron maneras de consolarse, de estimular una intención de sobrevivir a esos eventos negativos de la vida y dar a su existencia un sentido y una orientación.
Esta sobrevivencia no se explica cómo resistencia biológica, no es algo innato, sino que se crea, se produce en la interacción con los demás, se aprende. Y eso es lo que queremos trasmitir: la resiliencia se construye.
Y así como en lugares donde no hay agua potable, hervir el agua evita las enfermedades, de manera semejante podemos influir positivamente en ambientes psicosociales, llevar una vida más sana, equilibrada e integrada, y ese estilo de vida saludable transmitirlo a quienes nos rodean, y con ello mejorar nuestro ambiente inmediato: nuestra familia, nuestro vecindario, nuestro centro de trabajo.
Podríamos concluir que la buena suerte se crea, construir resiliencia es aprender a desarrollarnos más armónicamente y tener las capacidades para enfrentar la adversidad de la vida diaria.
Podemos cambiar nuestros ambientes, empezando por nosotros mismos. ¿Te animas?
