Los cinco elementos constituyen simplemente una apreciación más profunda del Yin y el Yang. Estos son el Agua, la Madera, El Fuego, la Tierra y el Metal.
El Agua ofrece alimento y sustento a la Madera, ya que el Agua es vital para toda vida vegetal. Por su parte la Madera es la madre del Fuego, sin el combustible de la madera seca no conseguimos hacer fuego. El elemento fuego está representado por las velas, llamas, fogones y luz eléctrica. El fuego se consume, para hacerse cenizas y es por tanto el creador de la Tierra. La tierra es estable, nutritiva y rica, con tiempo y presión, se consolida y afirma más, pasando de ceniza a abono, a suelo, a sólida roca y con el tiempo a mineral.
La Tierra es la madre del Metal. El Metal se representa por objetos metálicos, monedas, o cualquier mineral que se extraiga, al aplicarse calor sobre los minerales estos se fundirán y esta etapa líquida se conoce como Agua, que se representa como estanques, cascadas, peceras o instalaciones hidráulicas en las casas.
Si se aplican estos elementos a las estaciones del año, el verano queda reflejado por el Fuego, la congregación energética del otoño se indica con el Metal, el período de quietud reflexiva del invierno se señala con el Agua y la creciente energía de la primavera se describe mediante la Madera.
La Tierra se representaba desde la perspectiva de las estaciones como las últimas semanas de transición entre el fin de una estación y el comienzo de la siguiente.
Todos podemos identificarnos con esa época del año en que, por ejemplo, el cambio del invierno a la primavera parece durar un mes, un día estamos convencidos de que la primavera por fin ha llegado y a la mañana siguiente nos encontramos con un día con ráfagas de viento frías.
Es como si el elemento Tierra actuara como un amortiguador entre las estaciones.
