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noviembre 24, 2024

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Asaltan al Costeño y hieren a su hermano

Llegamos a Coacalco, público querido, a dar función de El Tenorio Cómico en una carpa, experiencia realmente gratificante, pues nos acerca verdaderamente al público que nos quiere y nos sigue, hemos trabajado en carpa en muchos lugares de la República Mexicana y es maravilloso, así que esta no fue la excepción, llegué, una hora antes de la primera función ya con maleta porque saliendo de Coacalco, abordábamos el Mascabus (como le llamamos desde hace años al camión de la gira) para partir rumbo a Moroleón a dar dos funciones el sábado y saliendo de ellas volver a tomar el Mascabus para viajar toda la noche de regreso y dar función el domingo en la CDMX, así se ponen las chingas, nomás para que ustedes se den una idea.

Estuvimos departiendo después en lo que empezaba la segunda función en uno de los campers, estábamos Ariel, o sea Albertano, José Luis Guarneros El Macaco, precisamente el Costeño y su asqueroso y seguro servidor, de hecho le pregunté que por qué se había traído su coche si de ahí nos íbamos a Moroleón. “Es que tengo show en el Cuevón de Escenaria, primo”, me contestó. Ya para cuando estábamos en el segundo acto de la segunda y última función, el Costeño nos pidió que si se podía acomodar una escena para que él ya no saliera al final de la función y se pudiese ir adelantando.

El Costeño, junto con su hermano, que lo había acompañado, salieron de Coacalco con la madrugada a cuestas y fueron avanzando, con prisas por la ciudad para llegar al show, justo cuando llegaron al entronque de Periférico y Río San Joaquín (zona de alta peligrosidad y donde nunca hay una patrulla) se les cierra un coche al Costeño y a su hermano, se bajan dos malnacidos con armas de fuego en las manos y asaltan al Costeño, quitándole todo lo que traía, e incluso por sus purititos huevos, hirieron a su hermano. Ya basta.

¿Hasta cuándo señores? Lo único que deja una esperanza es que al encontrar el automóvil, había una cartera que al parecer se le cayó a uno de los asaltantes y todo parece indicar que ya los tienen. ¿Será? y, como dice mi querido Diario, ¡ya BASTA! He dicho.

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