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noviembre 22, 2024

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¿Qué hay detras de la industria del K-POP? entérate aquí

AGENCIA

Si el K-Pop tiene un ‘hogar espiritual’, probablemente sea SMTown. El complejo de seis pisos, administrado por SM Entertainment y ubicado en el adinerado barrio Gangnam de Seúl, es un ‘santuario’ de alta tecnología dedicado al producto cultural de exportación más importante de Corea del Sur.

Las paredes del lobby están cubiertas con fotografías en blanco y negro de los ‘ídolos’, el sobrenombre que reciben las estrellas del K-Pop. En los elevadores, hay cientos de retratos estilo Polaroid de los mismos artistas en una luz más cálida, aunque su piel está tan retocada que parece mazapán.

El complejo principal de SMTown es un museo que honra a los grupos más importantes de la discográfica. Por ejemplo, hay una extensa sección dedica a Super Junior, una banda de 13 miembros que fue uno de los primeros actos coreanos con grandes ventas, y hay otra para Girl’s Generation, un conjunto tan ‘dulce’ como el jarabe que coqueteó con el estrellato a nivel mundial gracias a canciones con algunas letras en inglés como I Got a Boy.

Hay otra sección donde se honra a SHINee, una banda de cinco hombres, aunque lo más correcto es decir que era de cinco hombres. En diciembre de 2017, su vocalista Kim Jong-hyun se suicidó en su departamento en Seúl.

“La depresión poco a poco me fue debilitando y finalmente me devoró” escribió en su nota suicida. “No era mi destino convertirme en una estrella… Es un milagro que haya durado tanto tiempo”, expresó Kim, quien solo tenía 27 años cuando se quitó la vida.

Si esto hubiera pasado en Occidente, es probable que el cantante hubiera sido recordado de la misma forma que otras estrellas de la música como Jimi Hendrix o Amy Winehouse, quienes murieron a esa edad, pero en SMTown, la muerte de Kim simplemente nunca ocurrió. En la detallada cronología de la banda no hay mención de ese evento.

No sería del todo justo decir que esto es una metáfora de la relación del negocio del K-Pop con su audiencia, pero tampoco se estaría cayendo en el error. Esta industria depende en gran medida del cuidadoso control de su relación con sus fans.

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El ‘ídolo’, la piedra angular de este género musical, es ‘creado’ desde su adolescencia con varios años de intenso entrenamiento. Cuando por fin está listo para ser presentado al público, las discográficas lo integran a un grupo, con lo que su imagen y voz fluyen a través de las canciones, videos musicales y transmisiones por redes sociales que llegan a los fans en el este de Asia.

El ‘ídolo’ perfecto tiene una conducta tan inmaculada como sus poros, por lo que evita el consumo de drogas, las apuestas y el mal comportamiento en público. Si bien algunos grupos de mujeres reproducen los clichés de ‘la colegiala coqueta’ o la ‘chica dulce e inocente’, no llegan a imitar la explícita sexualidad de cantantes como Rihanna o Lady Gaga. Y aunque muchas (y en serio son muchas) canciones del género K-Pop hablan sobre noviazgos y rompimientos, las discográficas no alientan que sus ‘ídolos’ tengan citas.

Al final, lo que la música del género pierde en innovación, lo gana en su capacidad para generar ganancias. Corea del Sur y Japón son, en muchos temas, sociedades conservadoras y China, un naciente mercado para esta música, a menudo censura a artistas si los considera influencias negativas.

Pero ese ‘muro de pureza’ cayó en enero de este año, debido a un escándalo que sigue azotando a la industria del K-Pop. Todo inició cuando un hombre declaró que había sido golpeado por los guardias de un club nocturno, llamado Burning Sun, cuando trató de detener una agresión sexual. El asunto escaló porque este centro es propiedad parcial de Seungri, una de las estrellas más redituables del K-Pop.

La afirmación dio paso a una serie de acusaciones relacionadas con tráfico sexual, violaciones en citas, grabaciones con cámaras espía y sobornos. Seungri y otros ‘ídolos’ están bajo investigación criminal, mientras que el fundador de YG Entertainment, la discográfica responsable del Gangnam Style, el primer hit a nivel mundial del K-Pop, renunció como consecuencia del escándalo.

Por otra parte, los fiscales investigan si la policía solapó a los artistas, ignorando reportes de agresiones sexuales y permitiendo que clubes como Burning Sun sirvieran como centros para comportamientos criminales.

El escándalo arrojó una luz nada favorable en la industria de los ‘ídolos’, que se encarga de llevar a sus artistas de un estricto programa de preparación a ser famosos a nivel mundial cuando apenas tienen más de 20 años. Esta situación también encendió de nuevo el debate acerca de la forma en que Corea del Sur trata a sus mujeres, quienes en una gran mayoría sufren de acoso, agresión o grabaciones ilegales a través de cámaras espía, o molka, que son encontradas en cuartos de hoteles o incluso baños públicos.

Dada la titánica importancia cultural y económica del K-Pop para Corea del Sur –cuatro de las discográficas más importantes reportaron ganancias por más de mil 100 millones de dólares en 2018, de acuerdo con datos de la agencia DFSB Kollective–, un cambio en cómo opera esta industria podría afectar a toda Corea del Sur. Sin embargo, nadie tiene expectativas muy altas al respecto en una nación donde los avances en materia social se quedan muy por detrás de los obtenidos en tecnología.

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“Es una situación desesperante. En Burning Sun, las autoridades protegieron a quienes tienen dinero y poder y solaparon crímenes”, criticó Sim Sang-jung, una abogada que compitió por la Presidencia de Corea del Sur y quien ha pedido más protecciones contra las agresiones sexuales. “Ningún lugar es seguro para nosotras”, apuntó.

Durante gran parte de su carrera, Seungri, cuyo nombre real es Lee Seung-hyun, permaneció dentro del terreno ‘seguro’ del K-Pop. Originario de la ciudad de Gwangju, hizo su debut a los 15 años, como parte de Big Bang, el primer intento de YG Entertainment de crear un acto que alcanzara la fama a nivel mundial.

La recepción a la banda fue mixta, aunque esta terminaría por convertirse en uno de los artistas más importante del K-Pop. Seungri, quien tiene una mandíbula cuadrada, cabello grueso y hoyuelos prominentes, empezó a lanzar material como solista y se ubicó como una de los caras más reconocibles del género, a pesar de un escándalo sexual reportado por una revista de Japón en 2012 ¿El asunto? La publicación aseguró que durante su estancia en suelo japonés, Seungri tuvo relaciones sexuales.

El artista participó después en varias películas coreanas y japonesas y en 2018 inició su primer tour como solista para promocionar su disco The Great Seungri, en cuya portada aparecía con un esmoquin a la Jay Gatsby.

Pero incluso tras alcanzar las ‘mieles’ del éxito, Seungri enfrentaba una amenaza cada vez más cercana. En Corea del Sur, absolutamente todos los hombres deben hacer un servicio militar hasta por dos años, lo que es lógico si se considera que la nación sigue técnicamente ‘en guerra’ con su vecino del norte.

Los ‘ídolos’ suelen posponer esta obligación lo más que pueden, aunque hay un límite, pues deben haber iniciado el servicio, máximo, a los 28 años. Los gustos de los fans cambian de un día para otro y una vez que un ‘ídolo’ desaparece de la vida pública, casi nunca vuelven a tener la fama que una vez alcanzaron. Por ello, muchas de las estrellas del K-Pop invierten sus ganancias en diversos negocios que van desde restaurantes, bares, marcas de ropa hasta bienes raíces.

Seungri, quien tenía programado enlistarse en el Ejército este año, fue más agresivo en su enfoque: fundó una cadena de ramen, se involucró en la industria de los cosméticos e invirtió en Burning Sun, un club nocturno en el sótano del hotel Le Méridien en Gangnam. El artista incluso prestó su imagen para el centro nocturno y actuaba ahí algunas noches como DJ.

En diciembre del año pasado, Kim Sang-kyo, director de arte de videos musicales, publicó en un foro en línea el recuento de su última visita a Burning Sun. Kim relató que estaba dejando el lugar, al que fue para la fiesta de cumpleaños de un amigo, cuando una mujer corrió detrás de él, aparentemente buscando que la protegiera de un hombre que la estaba persiguiendo.

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Cuando Kim trató de interponerse entre ellos, el hombre le tiró un golpe y pronto otros más empezaron a hacerlo. Cuando Kim fue sacado del lugar, los guardias del centro nocturno también le propinaron otra golpiza.

Según Kim, la policía no solo descartó su versión de los hechos, aceptando lo que contaron los guardias como la verdad, sino que lo llevaron en custodia y también lo golpearon. Los oficiales acusarían después a Kim de acoso sexual, cargo que él niega.

Cuando la publicación se hizo viral en enero, la policía de Seúl se vio obligada a intervenir. Después de que periódicos locales publicaran transcripciones de mensajes de texto en los que aparentemente Seungri organizó encuentros de posibles inversionistas para el club con prostitutas, las autoridades lo interrogaron sobre las sospechas de que Burning Sun era un centro donde las mujeres eran vendidas y violadas. Posteriormente fue señalado como sospechoso oficial de una investigación sobre prostitución. Si bien su abogado no se ha pronunciado respecto a esa acusación, Seungri afirmó no haber cometido ningún crimen.

Siguiendo la lógica de mantener a la industria del K-Pop libre de escándalos, Seungri anunció su retiro. Ese mismo día, la prensa surcoreana publicó las transcripciones de un chat que involucraban a otro ‘ídolo’, Jung Joon-young, con la distribución de videos de relaciones sexuales que él grabó sin el consentimiento de sus parejas. En la misma conversación, uno de los participantes hablaba sobre drogar a una joven. En respuesta a uno de los mensajes, Jung escribió ‘Tú la violaste’, seguido de un símbolo que simula una risa. Este ‘ídolo’ fue acusado de agresión sexual y de haber filmado a mujeres sin su aprobación. Jung negó el primer cargo, pero aceptó el segundo.

El presidente Moon Jae-in llamaría después a realizar una amplia investigación sobre abusos sexuales ligados con la industria del entretenimiento y ordenó que se reabrieran casos por acusaciones hechas en el pasado, entre ellos, el de la actriz Jang Ja-yeon, quien se suicidó en 2009. En su nota suicida, Ja-yeon afirmó que había sido obligada a dormir con 30 hombres “prominentes”.

Las revelaciones continuaron y por primera vez se tuvo la sensación de que el negocio obsesionado con controlar la imagen de sus artistas estaba a punto de estallar. Más músicos empezaron a ser señalados de haber intercambiado videos de cámaras espías y un número indeterminado de policías fue acusado de haber colaborado con los dueños de Burning Sun para ‘hacerse de la vista gorda’ en cuanto al uso de drogas y comportamiento abusivo registrado en el sitio.

La prensa surcoreana incluso llegó a reportar que Yang Hyun-suk, fundador de YG Entertainment y productor principal, ofreció el servicio de prostitutas para cortejar al financiero Jho Low, quien enfrenta cargos en Estados Unidos y Malasia por el presunto saqueo de un fondo soberano.

La historia de los abusos en la industria del K-Pop tomó un giro aún más siniestro con el testimonio de un hombre, Joo Won-kyu, un pastor metodista. Él trabajó alrededor de una década en Gangnam con adolescentes que escaparon de casa. En 2016, Won-kyu empezó a notar que varios de ellos, particularmente chicas, empezaron a dejar de contactarlo. El pastor rastreó la ubicación de las jóvenes, a quienes encontró trabajando en clubes nocturnos como ‘anfitrionas’ y utilizando identificaciones falsas, dado que eran menores de edad.

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Won-kyu no se detuvo ahí y consiguió un trabajo con el que iba constantemente a estos sitios, ya fuera para entregar cajas con alcohol o reparar algún equipo, y entre los cuales está el club que se convirtió en Burning Sun. El pastor descubrió que los centros nocturnos utilizaban a ‘scouts’ que tenían el trabajo de buscar a chicas atractivas que se hubieran escapado de casa. Estas jóvenes, afirmó, terminaban siendo ‘ofrecidas’ a clientes adinerados, no sin antes haberles dado GHB, una droga para violación.

“Esto es una cultura del tráfico sexual instaurada por las élites”, dijo Jo, quien se convirtió en un activista que lucha por leyes más estrictas para castigar el abuso sexual. Él describió Gangnam, el barrio donde los ‘ídolos’ y ejecutivos se tratan de igual a igual con las personas más ricas y con mayores de influencias de Corea del Sur, como una “sociedad machista” que trata a las mujeres como objetos. Y la industria de los ‘ídolos’ ha contribuido al asunto, mencionó.

“Muchos de los ‘ídolos’ empiezan su entrenamiento a los 9 años. Cuando comienzan a ser popular y tener éxito, se convierten en una especie de reyes”, explicó.

El escándalo de Burning Sun no solo fue vergonzoso para el K-Pop porque tocó el tema tabú del sexo, sino porque mostró que la industria está perdiendo uno de sus mayores atributos: el control.

El sistema de los ‘ídolos’ ha sido comparado con fábricas, pero también comparte características con los gremios medievales. Los artistas suelen firmar contratos por siete años, una eternidad en una profesión donde los 30 años son vistos como el límite de edad para ser rentable. Casi todos los artistas comienzan como aprendices que pasan varias horas al día entrenando, cantando y bailando. Una vez que llegan a la adolescencia, las compañías agrupan a los jóvenes más prometedores en grupos, que ensayan por un año o dos antes de su debut.

Los ejecutivos moldean el estilo musical de cada grupo con base en lo que esté de moda en ese momento. Muchas de las canciones más exitosas combinan varios géneros (rap, electrónica e incluso reggae con coros pegadizos cantados parcialmente en inglés). Desde que el K-Pop se internacionalizó en los primeros años del milenio, las compañías han incluido más letras en inglés e integrado a aprendices extranjeros en el sistema de ídolos, principalmente de la diáspora coreana, pero también de Tailandia y China.

No es difícil entender el porqué a las empresas de gestión les gusta un modelo que asemeja una fábrica Tener una ‘reserva’ de artistas altamente capacitados hace que una de las ansiedades características de los discográficas en Occidente no exista. Si los ejecutivos creen que la próxima gran tendencia será el hip-hop o los grupos mixtos de chicos y chicas, simplemente les dicen a sus aprendices que eso es en lo que tienen que enfocarse.

En teoría, la capacidad de reemplazo de los ‘ídolos’ y los contratos rígidos los hacen más fáciles de controlar que las estrellas occidentales. Nadie puede despedir a Justin Bieber, pero cada ‘ídolo’ del K-pop tiene un jefe.

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El sistema tiene muchos críticos. Grupos feministas han condenado el tratamiento de la industria hacia las mujeres, a quienes a menudo se les paga menos que a los hombres y son más criticadas por su aspecto o su comportamiento.

Las estrellas femeninas que desafían estas expectativas son el ‘blanco’ de un hostigamiento digital despiadado, a veces con resultados trágicos. En octubre, la conocida cantante Sulli, quien había hablado con franqueza sobre los desafíos de salud mental y abordado algunos de los otros tabúes de la industria, murió en un aparente suicidio después de recibir años de críticas en línea.

Algunos ‘ídolos’ han demandado a sus gerentes, alegando haber sido privados de casi todas las ganancias que generaron. Si bien algunos artistas escriben sus propias canciones, rara vez es una prioridad fomentar la creatividad o las voces únicas. El objetivo es imitar, ajustar o combinar ‘fórmulas’.

La cara que Corea del Sur ‘oculta’: su trato cruel hacia las mujeres
En una noche perfecta de fines de agosto, unas pocas docenas de mujeres se reunieron con pancartas y un micrófono en una plaza cerca del ayuntamiento de Seúl. No mucho antes, miembros del movimiento feminista de Corea del Sur habían comenzado a realizar protestas semanales, cada vez destacando un tema diferente. En esta ocasión, el tema fue la violencia. Los asistentes repitieron un canto simple y enojado: “¡Alto a la muerte de mujeres!”. Algunos tenían carteles con los nombres de las víctimas de asesinato.

“No podemos evitar ponernos furiosos”, gritó el organizador Son Moon-sook desde un pequeño escenario. “El Gobierno ha descuidado las agresiones contra las mujeres. Vinimos aquí para instar a la policía, los fiscales, los tribunales y al Gobierno, que ignoran la muerte de mujeres, a que nos den respuestas efectivas”.

Más de la mitad de las víctimas de homicidio en Corea del Sur son mujeres, una de las tasas más altas del mundo. Las estadísticas gubernamentales muestran que la agresión y el acoso sexual están muy extendidas, aunque el miedo a la estigmatización hace que muy pocas mujeres hagan públicas sus experiencias. Por ejemplo, las únicas mujeres que denunciaron presuntos abusos en Burning Sun lo hicieron de forma anónima.

Las mujeres que hacen acusaciones de forma pública frecuentemente son demandadas por difamación, y los comentarios sobre la complicidad de las víctimas en sus propios ataques siguen siendo la regla. El consumo de alcohol a veces se cita como un factor mitigante en la corte, con los abogados defensores logrando penas reducidas con el argumento de que sus defendidos estaban borrachos al momento de la agresión.

“Culpar a las víctimas diciendo ‘¿Por qué te vestiste así?’ o ‘¿Por qué no escapaste?’ es una gran barrera para que las mujeres tomen acciones”, señaló Park Hye-young, directora asociada del Centro de Girasoles de Seúl, que ayuda a víctimas de esos abusos.

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El Gobierno de Moon ha tratado de mejorar la situación de las mujeres, aprobando leyes para endurecer las penas por acoso laboral y aumentar las protecciones para las víctimas. También alentó a la policía a tomar medidas más enérgicas contra las cámaras espías. En marzo, dos hombres fueron arrestados bajo la sospecha de operar un sitio web que se transmitía en vivo el interior de las habitaciones de un hotel, usando cámaras ocultas en enchufes de pared y electrodomésticos.

No obstante, los colectivos de mujeres han tratado de mantener la atención en la industria del entretenimiento. Los manifestantes con frecuencia citan a Jang, la actriz que se suicidó, como una especie de ‘mártir’. En el apogeo de las revelaciones de lo que ocurrió en Burning Sun, organizaron una marcha hacia el club. Lo que sucede después del anochecer en una parte de Seúl puede parecer un problema relativamente local, pero los activistas argumentan que el comportamiento de las celebridades y las imágenes de mujeres que promueve la industria del entretenimiento tienen un impacto descomunal en la cultura general.

Los políticos parecen compartir el deseo de ‘limpiar’ el K-pop, aunque es posible que se conformen con mantener el mal comportamiento fuera de los titulares. Los sucesivos gobiernos han puesto a la música en el centro de una estrategia que busca posicionar a Corea del Sur como el líder cultural de Asia, y han tenido un éxito considerable.

La banda BTS, el acto más exitoso del K-pop, es un verdadero fenómeno global, que encabeza repetidamente las listas estadounidenses y lanza colaboraciones con Steve Aoki, Nicki Minaj y otros artistas occidentales. En su discurso de Año Nuevo de 2019, Moon elogió a BTS y a la industria de la música por hacer que los extranjeros se “entusiasmaran” con la cultura coreana.

Sin embargo, una de las cosas más llamativas del escándalo de Burning Sun es lo poco que la avalancha de revelaciones ha afectado las operaciones de K-pop. La respuesta de la industria no ha sido tanto la introspección como la ‘cauterización’. Aunque Seungri podría ser procesado por hasta siete cargos, y otros artistas se han retirado después de sus propios escándalos, pocos ejecutivos o ídolos del K-pop han reconocido el problema. No se han organizado peticiones para garantizar un mejor comportamiento de las estrellas masculinas o discusiones serias sobre la forma en que estas son entrenadas.

La verdadera y última consecuencia de Burning Sun será el servir como una señal de advertencia para la industria, comentó Jeong Changwan, un exejecutivo de SMTown que ahora trabaja en el conglomerado del entretenimiento CJ ENM.

“Es una gran lección sobre qué no hacer. El mejor maestro para los jóvenes ‘ídolos’ es ver a otros ‘ídolos’ entrar en un escándalo y desaparecer de la industria”. Y en verdad desaparecen: YG Entertainment ya actualizó el sitio web de Big Bang, eliminando a Seungri del retrato oficial del grupo.

Para todos los demás, el espectáculo continúa. Antes de una grabación reciente de M Countdown, un programa que se transmite semanalmente y en el cual los ‘ídolos’ compiten por los votos de los espectadores, un grupo de artistas arreglaban su vestuario y jugaban con sus teléfonos. A medida que se acerca la hora de inicio, los miembros de un grupo de chicas veían la reproducción de su ensayo en un monitor grande, verificando la sincronización de sus movimientos.

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Y la procesión de actuaciones comenzó: 10 chicos con rasgaduras perfectamente calibradas en sus prístinos jeans seguidos de seis niñas con un look high school chic y de otro grupo de cinco jóvenes con una mascota que podría haber sido el ‘hijo’ de Jessica Rabbit y Gasparín. En las próximas semanas, más de una docena de nuevos actos llegarán al escenario, los últimos productos de una línea de ensamblaje sin fin. Nadie en el K-pop es indispensable; ningún ídolo, por popular que sea, es más grande que la máquina.

 

Vía El Financiero/bloomerang

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