¡Vaya día especial el que se celebró! Felicidades a todas las mamis de México, las biológicas y las que muchas veces hacen la misma labor. Eso de que madre solo hay una, es cierto, pero gracias a las abuelas, tías, hermanas mayores, y hasta la vecina buena onda con la que de vez en cuando quizás nos encargaban, a mí me gusta hacer extensiva la felicitación a todas las mujeres que, de una u otra forma, comparten ese amor maternal.
En Cuba la celebración es el segundo domingo de mayo. Por ello vamos rumbo a Miami a pasarlo con mi familia que vive en la Florida después de celebrarme en México.
Reconozco que muchos años el Día de la Madre era un día triste para mí. Mi madre falleció cuando yo tenía 23 años. Y cada vez que veía a la gente celebrando o corriendo por llevarle un regalo a su progenitora, a mí me daba una envidia tremenda.
Después me entraba la melancolía y no me daban muchas ganas de salir de casa. Más tarde descubrí que había elegido ese día para tristear. Así las cosas, hasta que me convertí en mamá.
Ahora todo es color de rosa, al menos el Día de la Madre. Y digo, al menos, porque el ser madre trae grandes alegrías pero también trae el peso de una gran responsabilidad. En este tiempo estoy lidiando con la selección de la escuela para mi niña. Para todas las mamás es un tema difícil despegarnos de nuestros hijos.
Yo llevo días hablándole a Rafaella de la escuela y motivándola para que vaya contenta. Siento que mi niña crece y crece y en cualquier momento dejará de ser mi princesita. Sentimiento que todas compartimos. Quisiéramos que los hijos fueran nuestros bebés toda la vida. Ya les contaré cómo nos va en los primeros días de escuela.
¡A gozar, que el mundo se va a acabar! Yo estoy encontrando y construyendo la mejor versión de mí misma desde que soy madre. Las admiro y aprendo a cada una de ustedes. Vaya desde aquí mi respeto y cariño para todas las mamis en su día. ¡Felicidades, mamás!
