El Partido de Revolución Democrática (PRD) no fue el único en estrenarse en noviembre de 1991, durante las primeras elecciones estatales en Tabasco. También lo hará el órgano encargado de organizar y cuidar el proceso donde se renovarán 17 alcaldías y el congreso estatal, el naciente Instituto Estatal Electoral (IEE).
Para el PRD local, estaba claro que el gobierno estatal cargaría los dados para favorecer a los candidatos del Partido Revolucionario Institucional, usando incluso al IEE. El 13 de septiembre de 1991, los representantes de partidos en el órgano electoral mostraron el cobre, al dictaminar en el último momento como improcedente la lista de candidatos a diputados locales por representación proporcional del PRD.
Andrés Manuel López Obrador no se queda de brazos cruzados: realiza movilizaciones para denunciar la trampa mientras impugnan la decisión del IEE ante el Tribunal Estatal Electoral. La resonancia nacional de la situación hace que los magistrados pidan al partido amarillo sustituir de sus listas a los candidatos inhabilitados, por otros nuevos.
Por si fuera poco, el 22 de octubre, en una nota aparecida en el periódico El Universal, el coordinador regional del Registro Federal de Electores, Marco Antonio Prats Murillo, reconoce que el padrón electoral tiene tres mil empadronados falsos.
Pronto se descubrirían boletas electorales fuera de las manos de la autoridad electoral. El legislador perredista Porfirio Muñoz Ledo exhibió en el Senado boletas electorales a tres días antes del proceso, y reveló que los mapaches electorales compraban en Tabasco el voto a razón de cien pesos.
En el libro “Entre la historia y la esperanza”, Andrés Manuel enumera otras triquiñuelas del gobierno estatal y los alcaldes municipales: “Antes de los comicios, los promotores del partido, pagados desde luego con el dinero del presupuesto público, visitaron cientos de miles de viviendas (…) con el objetivo de comprometer a los ciudadanos, ofreciéndoles alguna clase de recompensa material y detectar preferencias para, en dado caso, ‘depurar’ el padrón”.
El día de la elección fue evidente el acarreo, el embarazo de urnas, los votantes que en forma de carrusel emitían el foto en distintas casillas, el rasuramiento del padrón electoral, todo esto pese a que por primera vez vinieron a Tabasco observadores electorales de fuera, a cubrir 322 de las mil 510 casillas instaladas en el estado.
El lunes 15 de noviembre, los diarios en el estado manifestaban el triunfo del PRI en los 17 municipios, pese a que en Cárdenas, los candidatos del PRD, Carlos Alberto Wilson, y del PRI, Fernando Valenzuela Pernas, se declaraban ganadores.
El dirigente perredista Andrés Manuel hace un llamado al gobierno federal para limpiar las elecciones. “Oficialmente nos reconocieron 75 mil 271 votos, pero poseemos información para sostener que, del total del boletas extraídas de las urnas, el 45 por ciento era a favor del PRD”, escribió.
Las boletas anuladas eran mayores a las cifras mínimas que daban ventaja a un candidato de otro. En Cárdenas, por ejemplo, los sufragios anulados era de tres mil 783; en Nacajuca, de tres mil 123; y en Macuspana, de cinco mil 647.
El periodista Adolfo Aguilar Zínser (fallecido el 5 de junio del 2005), escribiría días después de pasado el proceso: “Lo que vimos y testificamos en Tabasco, no se presta a interpretaciones ambiguas: el proceso estuvo marcado por notorias irregularidades, que en su conjunto incidieron decisivamente en los resultados de la votación”.
Frente al gran enojo de las bases perredistas por el fraude y la negativa del PRI de dialogar, Andrés Manuel ideó una marcha hasta la capital, que se conocería como el “primer éxodo por la democracia”.
“La lógica de algunos líderes -y también de mucha gente- era: ¿Para qué vamos hasta allá? Mejor tomamos todos los palacios municipales. Sin embargo, decidimos caminar.
¿Por qué? Porque es muy delicado tomar una instalación pública. En Tabasco, ‘palacio tomado es palacio quemado’”, explica en su libro “El poder en el trópico” (Planeta, 2015).
Andrés Manuel salió al frente con 200 perredistas, el 23 de noviembre de 1991, rumbo al zócalo de la Ciudad de México.